1976 Ciclogenesis Explosiva

TITULO Ciclogenesis Explosiva
AÑO 1976-1977
PROTAGONISTAS Todos
AUTOR Juan Manuel Orozco

Al publicar el otro día un homenaje a los “Hermanos Mayores”, nuestro compañero Eduardo Tejero comentaba “…….también me asaltan otros recuerdos no tan agradables. Pero siempre procuramos quedarnos con lo bueno……”    Que razón tiene, la famosa “memoria selectiva”.

Claro que hay memoria selectiva, claro que se borran los malos recuerdos o al menos parte de ellos, pero otros quedan grabados a fuego. Yo por ejemplo, tengo determinados sucesos que jamás me abandonaran, supongo que por el impacto o la tensión que me causaron.

El corte del talón de Aquiles de Macias en talleres y verlo a hombros de un profesor y un inspector con el pie colgando por un colgajo de carne…..el fallecimiento del siempre sonriente gallego Agülleiro al caer de las escaleras que bajaban de la planta del estudio……La consiguiente expulsión de dos huérfanos (Armada y Tolosa) y un externo (Gundin) por la campaña/protesta que hicieron por el caso anterior…..el golpe que se dio Tolosa jugando a futbol que lo dejo inconsciente un par de días…..los coches destrozados y con restos de sangre que traían al parque después de los terribles atentados de ETA….la retirada de todos los preparativos para la celebración del Pilar, cuando cometían un atentado en fechas próximas al 12 de octubre….y unos cuantos más.

Los anteriores, los tengo tan recientes que es como si hubiesen pasado ayer, después van bajando en intensidad…los largos plantones en los dormitorios medio muertos de sueño…..el frio horrible que hacía en Madrid entre diciembre y marzo además de la falta de calor de hogar…..los días que tocaba de cena “Pote gallego y pescadilla” y en general las veces que tenías muchísima hambre…los largos fines de semana o puentes que bajaba considerablemente el número de huérfanos y por lo tanto la posibilidad de divertirte, gorronear tabaco o compartir un poco de comida….

Aquí también podría incluir algún tipo de maltrato físico por parte de profesores o inspectores, pero que a mí personalmente no me toco nada más allá de algún capón o colleja, similar a la que yo he podido dar a mis hijos. Sé que a algunos los crujieron bien crujidos y en especial a los huérfanos anteriores a mi época, pero este es un punto que por considerarlo tan insignificante (para mí por no vivirlo en primera persona) lo tengo borrado totalmente, coño, a excepción de un capón del Castilla que “Ostras como picaban”.

Lo que también tengo grabado e imborrable en mi mente, es la pequeña historia que os voy a contar.

El Infanta, ya lo he comentado muchas veces, era una fábrica de aprendizaje, no teníamos figura paterna para hacerlo, pero los mayores eran ejemplos a seguir y claro está, no siempre era bueno lo que aprendías, eso de primera mano, pero luego a la larga, servía para que tuvieses una buena base.

Si pasabas por la trapería, aprendías que allí se podía fumar con bastante tranquilidad, si lo hacías por las pistas de tenis, aprendías que el Infanta tenía una “salida de emergencia”, si pasabas por el primer piso de mayores, por las tres primeras ventanas, te dabas cuenta que no siempre se utilizaba la puerta para entrar y salir de el. Después de haber observado las situaciones anteriores, tocaba llevarlas a la práctica, solías hacerlo en grupo, el grupo……, ese era a veces el peligro del Infanta y de cualquier sitio, es muy loable la política que teníamos de no chivarnos unos de otros, de ser una piña, pero a veces el grupo cometía fallos y este es el recuerdo de uno de ellos.

No recuerdo con exactitud el año, pero creo que seriamos ya adolescentes, bien podría ser sobre 1976/1977, debíamos haber empezado hacia poco el curso y se había incorporado al menos un externo nuevo. Ni que decir tiene que en el Infanta siempre hubo clases, y que aunque según ibas haciéndote adulto, la integración con los externos era cada vez mayor, estos, no tenían el mismo trato que los internos entre sí. Quizás si una mayor protección de inspectores y profesores, especialmente si eran hijos de un alto cargo de la G.C. o militar lo que podía acrecentar aún más el rechazo de los internos. Si a esto sumamos que los novatos eran caldo de cultivo para novatadas aunque fuesen sin mucha maldad, como por ejemplo “apuntarse para recibir carta” “Ir a por la cuchara de palo” “alguna petaca en la cama”, estas, eran más bien para los internos, para los externos algún chorreo, sablazos de tabaco o dinero y poco más.

Los del el Infanta como cualquier grupo de chavales de la época, éramos crueles, a veces muy crueles, nos cebábamos en cualquier defecto o malformación física, recuerdo como nos metíamos con Ricardo y sus hierros correctores de la columna, como a cualquiera que tuviese un poco despegadas las orejas tenia cantinela para rato o aquellos de cabeza grande tenían el mote de “tarro” o cuando menos de cabezón, cualquier salida de la norma, era utilizada para hacer escarnio.  Pues bien, si a todo lo anterior sumamos una de las acciones más criticadas o que tenían un olvido más tardío, era la de ser un chivato, tenías lo que en aquella época podía denominarse “Ciclogenesis explosiva”. El día de “autos” fue lo que sucedió, este chico externo, por no sé por qué motivo dijo quién era el responsable de haber hecho algo que pregunto el profesor, transcurría la clase con cierta normalidad y algún que otro susurro de “chivato, te vas a enterar” y cuando el profesor abandono la clase un nutrido grupo de huérfanos lo rodeamos y empezamos a llamarle de todo menos bonito, hasta que como en una orquesta llegamos a gritar al unísono y acompasadamente “EXTERNO, NOVATO, CHIVATO, CABEZON”, cada vez más y más alto, a la vez que a alguno se le “escapaba” la mano……llegado ese momento a mí personalmente ya no me gustaba lo que estábamos haciendo, es más me resultaba molesto, no es por disculparme, pero siempre he tenido mucha empatía con los débiles, deje el grupo y poco a poco lo fueron haciendo el resto, el chico estaba llorando a voz en grito, temblaba y se le podía ver el terror en sus ojos….recuerdo que le ayude a levantarse y a ponerse bien la trenca que llevaba. Paso el tiempo y el chico asimilo aquello, no creo que lo olvidase nunca, yo al menos no lo he hecho y siempre que oigo hablar de novatadas me viene a la mente.

En el segundo año en el Infanta, le había prometido a mi madre que no haría novatadas y en una carta le decía algo similar a “…han venido muchos nuevos y yo no les he hecho nada..” Lo que paso aquel día me dio una lección una dura lección, no volví a hacer cosas de ese estilo, si alguna cosa graciosa o alguna bromilla, pero nada mas. Incluso cuando fui a la mili, primero me salve de las novatadas que hacían a los novatos simulando una crisis cardiaca (tenía mucho Infanta encima) y cuando me tocó a mí, procure hacerlas limpias y sin mal rollo o cuando menos evitar que otros se pasasen haciéndolas de mal gusto y que curiosamente eran los que más protestaba cuando un año antes les toco a ellos padecerlas.

No recuerdo ni aunque lo hiciese pondría aquí su nombre, pero desde aquí querido EXTERNO (circunstancias de la vida), NOVATO (como lo fuimos todos), CHIVATO (como la mayoría alguna vez quisimos hacerlo en un plantón, pero no nos atrevimos) y CABEZON (como yo mismo), te pido perdón por aquel día.

2 respuestas a 1976 Ciclogenesis Explosiva

  1. urruchi dijo:

    Aparentemente aunque los años pasen los huerfanitos de los 55 a 65 teníamos las mismas cualidades que los de los 70. Los atentados tuvimos la suerte de no conocer, tampoco el pote gallego ni la salida de emergencias; saltabamos tapias. Vosotros los jovenzuelos tampoco conocisteis el estudio los domingos por castigo de «despiste».
    Enfin! Es un gran placer de poder hacer un viaje al pasado.
    Gracias Orozco.

    • Urruchi, lo de saltar tapias era nuestra salida/entrada de emergencia, por detrás de talleres donde estaban las pistas de tenis. El castigo de «despiste» no sé a qué te refieres, ¿Podías contárnoslo? ahora bien, domingos de estudio……el que suscribe se pasó unos cuantos, no muchos ya que los años sabias como librarte de ellos.
      El Infanta podría cambiar de una década a otra, mejorar en comida o en las instalaciones, pero lo básico ha permanecido casi inalterado con el paso de los años.
      Un abrazo

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