1955 – De monaguillos, Idéales….

TITULO De monaguillos, Idéales….
AÑO 1955
PROTAGONISTAS Laureano González Rodríguez y otros
AUTOR Laureano González Rodríguez

Nos hallábamos en las vacaciones de verano y podría ser el año 1955. Los que no teníamos la suerte de poder ser e Nos hallábamos en las vacaciones de verano y podría ser el año 1955. Los que no teníamos la suerte de poder ser exiliados por nuestra familia sanguínea para pasar con ellos el veraneo, nos veíamos obligados a permanecer con nuestra otra familia, la encontrada en el orfanato y posiblemente con mayor arraigo social que la parentela, ¿verdad Jacinto…?… Y, como el Colegio “Infanta María Teresa” tenía que ser cerrado durante los meses de julio y agosto, esos meses nos alojaban en campamentos del Frente de Juventudes y en la Academia de la Guardia Civil de San Lorenzo del Escorial (aprovechando que en esos mismos meses no había promociones de guardias).

Por cierto, no descubro nada del otro mundo si afirmo que estoy hablando de uno de los parajes más bellos de la Sierra de Madrid, y en el que los huérfanos disfrutábamos de su naturaleza, historia y arquitectura, en especial de los alrededores de la octava maravilla del mundo, del Campo de los Agustinos, o del propio Bosque de la Herrería, con el camino que lo cortaba para unir el Real Monasterio con la carretera que trepa a la Cruz Verde, camino de Ávila, y nos dejaba en la falda de las Machotas, listo para subir a la Silla de Felipe II.

Por aquellos tiempos me hice muy amigo de Francisco Xesteira Pais, con el que conformé una inseparable sociedad de acólitos por conveniencia más que por devoción; (ambos formábamos una buena yunta de monaguillos y nos hacíamos un par de misas diarias). Aquel domingo X acabábamos de realizar nuestra tarea cristiana retribuida en el Real Monasterio, por lo que éramos portadores de los estipendios acordados con la curia; debo aclarar que, para mí, aquellos durillos me hacían un potentado, no así para Xesteira que siempre estaba montado en el dólar. Serían las doce del mediodía y, (no recuerdo si la idea fue mía o fue del irundarra),el caso es que nos compramos cada uno un paquete de cigarrillos de la marca “Ideales” y una caja de cerillas y nos fuimos a los soportales del patio de la Academia para perpetrar nuestras fechorías.

Estábamos disfrutando del placer de encender cigarro tras cigarro, deleitándonos del placer de sostener entre los dedos aquellos pequeños cilindros de veneno, mientras veíamos ascender y evolucionar las volutas del humo del tabaco que exhalábamos torpemente por la boca; aquellos pitillos humeantes, tan llenos de “glamour”, a los que les dábamos nuestras primeras caladas, para nada nos producía alguna sensación placentera, solo unas náuseas como si estuviéramos borrachos y nos iba extrapolando a continuos ataques de tos y a un ligero mareo. Hasta que, de repente, fuimos sorprendidos por mi hermano Pepe (QEPD), que venía a requisarme el dinero ganado en buena lid, pero cuando se enteró de que me había gastado parte de los jurdeles en aquel vicio insano, automáticamente me quitó el paquete, lo pisoteó contra el suelo y me proporcionó una sonora colleja.

Supongo que todos buscamos saber por qué la gente fuma, será porque te hace sentirte mayor, porque tus amigos lo hacen, porque es lo prohibido, porque es una forma de demostrar que tienes el control…, yo lo hice por todos esos motivos. Exonerarme insolente de cualquier delito es una de mis cualidades, y aunque la burla suele rondar alrededor, sé muy bien y me consuela que es imposible ridiculizar a alguien sin conocer sus virtudes.

Laureano.2021