1958 Vivencias de un Pínfano!

TITULO LAS CUARENTA FANEGAS –Vivencias de un Pínfano!
AÑO 1958 – 1968
PROTAGONISTAS Manuel Gutiérrez “El Guti134″
AUTOR Manuel Gutiérrez

Las “Cuarentas Fanegas”,  así era conocido el colegio de huérfanos de la Guardia Civil “Infanta María Teresa”, eran los años cincuenta, mi padre Sargento de la Guardia Civil, fallecía a muy temprana edad, mi madre con dos hijos, escasos recursos, optó de la mejor de las maneras y para aliviar su nivel económico, enviarme a Infanta.

En una noche de perros, lluvia, viento y frío, con mi maleta de cartón monté en el tren que salía de la antigua estación en Sevilla, llamada entonces de “Córdoba”, a mi pobre madre le saltaban las lagrimas como puños, mis hermanos me miraban curiosos, preguntándose ¿ donde irá este?, y yo pues no lloraba pero tenía un nudo en la garganta, que no me salían palabras.

Tardé unas doce horas en llegar a Madrid, el viaje se me hizo interminable, el tren era de los antiguos de los que tenían el asiento de madera, el viento y el agua se colaba por todas partes y el movimiento era de órdago.

Aún así el tren llegué y conmigo  mi maleta de cartón y con una nota en la mano, lo entregué al taxista, quien me dijo ¡a las CUARENTA FANEGAS!, para ya vamos, de esta manera, sin más llegue a Infanta.

Lo primero después del registro correspondiente, me hicieron entrega de las sabanas, ropas de vestir y utensilios de aseos, todas eso si con el sello en negro, de “Huérfanos de la Guardia Civil” , no era sólo yo el que ingresaba en aquel curso, entre otros estaban mis amigos de andanzas, Francisco Malfeito y  Jesús Garzas, juntos entramos y juntos nos fuimos.

El entonces Director, D. Manuel Carrascosa Cobo, ya fallecido,  nos dijo unas palabras de bienvenida, el hombre causaba algo de risa ( con todo el respeto a su memoria ), el hombre era bizco, miraba para un lado y para otro, cuando en realidad se estaba dirigiendo a ti,  el siempre utilizaba la palabra “querido”, tanto si te tenía que regañar como felicitar, también el padre Esteban, profesor de Religión,  nos animaba y consolaba de igual manera.

La primera noche, nunca se me podrá olvidar, era un dormitorio inmenso lleno de camas y chicos, en el momento que el Inspector apagó las luces y sonó el silbato, todo el mundo en silencio, algunos se les oía llorar, pero cuando cerró las puertas y transcurrido unos minutos, todo cambió, al momento, las almohadas volaban de un lado para otro, los lloros se convirtieron en risas y mis amigos Paco, Jesús, y yo comenzamos a animarnos.

Los años fueron pasando, todo se hizo más llevadero, el Inspector Solorzano el más duro, nos despertaba con su silbato, el susto que nos metía en el cuerpo, era tremendo, bajábamos a desayunar, a misa y al patio central donde se cantaba el himno de la Guardia Civil o el Cara al Sol y posteriormente a clase.

Las comidas dejaban mucho que desear, pasábamos hambre,  es verdad, lo suplíamos con llenarnos los bolsillos de chuscos de pan, siempre recordaré el chocolote que era como arena de la playa y el dulce de membrillo, era éste tan pegajoso y duro, que los chicos lo utilizamos para lanzarlo a la pared y se quedaban  pegados. Nuestras ropas eran metidas en una bolsa cada una con un número el mío era el 134, muchas de las mujeres que trabajaban en la lavandería, eran madres de huérfanos que se ganaban unas pesetas y por otro lado estaban al lado de su hijo.

En verano y resto de vacaciones, alguno de nosotros , nos llevaban a veranear a Fuenguirola ( Málaga ) o a Santander, nuestras madres no podían hacerse cargo de nosotros.

De pequeños, los domingos nos sacaban a un pinar cercano al colegio, todos en fila y de la mano, al atardecer nos ponían una película del Gordo y el Flaco, y si jugaba el Real  Madrid  de las copas de Europa, lo veíamos todos juntos en una tele en blanco y negro.

De adolescentes, nos dieron algo más de libertad, un inspector confió en nosotros y por una pesetas le llevábamos las ropas sucias a una tía suya que vivía en Estrecho, nosotros claro está encantados que nos dejaran salir, además su tía nos daba un buen tazón de chocolote con churos,  de los de entonces.

Con nuestras chaquetas azules y nuestro pantalones grises,  nos conocían en todo General Mola y extrarradio, eso sí en verano, cuando te colocabas tu camisa blanca, tenías que dar la vuelta a la camiseta interior, ya que el sellito dichoso se transparentaba.

El futbol y el baloncesto, eran los deportes favoritos, sobre todo el primero, de nuestro colegio han salido futbolistas muy famosos y nombrados en el Real Madrid, nuestro campo era de los más grandes de aquella época (hoy sede del parque automóvil),  nos encantaba disfrutar con nuestro equipo y sobro todo cuando venían a jugar los huérfanos de ferrocarril, era la leche, siempre había peleas.

Guti 2El tiempo pasó nos hicimos mayores, con el principio de nuestros estudios superiores comenzamos a estudiar, fuera del colegio, nos daban una pesetillas para el autobús, dinerillo que nos guardábamos para nuestros pequeños vicios, especialmente uno y era que los domingos acudía al colegio un señor con una cesta de unas melojas de la leche, nos encantaba comprarle al pobre hombre, posteriormente un año después, Carrascosa nos comunicaba la noticia que no existía más prorroga para continuar estudiando, así que muchos de nosotros, optamos por ingresar en la Guardia Civil, y continuar abriendo nuestros caminos. 

Guti 1No quiero extenderme mucho más, seguramente existan crónicas mucho más interesante, que la vida de un simple “PINFANO”, y su paso por el Infanta, tiempos pasados…. buenos y malos, de todo hubo. Sólo desear una cosa a los dirigentes de los colegios de la Guardia Civil, que se preocupen por nuestros huérfanos (aunque por suerte, ya cada vez menos que acuden a nuestros colegios), que los motiven y sobre todo al personal que quiere darse de baja en la cuota prohuérfanos se lo piensen y que algún día sus hijos lo podrán necesitar.

 Un saludo.

                    Manuel Gutiérrez “El Guti134«

Una respuesta a 1958 Vivencias de un Pínfano!

  1. Anónimo dijo:

    Mi nombre es Juan Moreno Lladó, por si alguno se acuerda de mi. Yo tuve unas malas experiencias. Era el verano del 50 cuando ingresé en Infanta, tenia ocho años cumplidos en marzo de ese mismo año. Despues de cenar nos dejaban jugar un rato en el campo enorme situado arriba que casi tocaba con ciudad jardin, esa noche no la olvidare en mi vida, por aquel campo atravesaba un red de alta tension con una de esas torretas en medio del campo, jugando al escondite, mi mejor amigo se subió a la tprreta quedando electrocutado en un segundo. Fué una noche para no olvidar, aquello se llenó de bomberos, ambulanias , policias, el director, inspectores y alumnos allí, no pude dormir en toda la noche y muchas mas. No fué la unica tragedia, un verano o dos, no lo recuerdo otro gran amigo murió ahogado en un rio de un pueblo de Zamora.
    He leido esa historia y se parece mucho a la mia, yo no salí de la estación de Cordoba, sali de Utrera, mi madre tampoco podia acompañarme, no habia dinero para el viaje, cuando llegué al colegio fuí al despacho de don Victory despues de mucho llorar me que dormido en la silla, ese fué mi primer dia en Infanta. Seguire contado alguna historia mas. Un abrazo a todos los huerfanos.

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