D. Eugenio Puertas

TITULO D. Eugenio Puertas
AÑO Siempre en Portería
PROTAGONISTAS D. Eugenio Puertas
AUTOR Laureano González Rodríguez

Muchos se preguntarán quién era este hombre. Para dar algunas pistas os diré que dicho señor era natural de un pueblecito de Palencia y que fue Guardia Civil hasta su retirada con 50 años (estando los últimos años de su actividad destinado en el Colegio Infanta María Teresa, como portero o conserje). Yo tuve el honor de conocerle en el año 1953. Fue, sin lugar a dudas, el primer gran amigo de nuestra vida colegial. Único testigo, de las lágrimas y del beso de despedida que nuestra madre nos daba el día del ingreso en el internado y último confidente de nuestra despedida del Colegio, por haber cumplido los 19 años, con la maleta en una mano y con el nerviosismo lógico, con los ojos humedecidos de lágrimas y la congoja evidente del exalumno que se enfrentaba a una vida nueva y desconocida.

Siempre estaba pendiente del huérfano, del que se sabía de memoria el nombre y apellidos de cada uno, así como su ciudad de origen, hermanos que tenía y la sección en la que estaba cursando sus estudios. Conocía de las carencias y las necesidades de cada pequeño y se entristecía sobremanera cuando veía a alguno de sus nietos (como él, no solo nos llamaba, sino que también nos consideraba) apagado. Nos miraba de reojo para observar nuestra reacción y el lógico interés que poníamos en enterarnos de las listas de giros y paquetes expuestas en la portería, alentándonos cuando veía que nos apenaba nuestra exclusión de las mismas y añadiendo un ¡¡ya lo recibirás…!! o ¡¡tu madre no habrá podido…!!, realizando muchos pequeños préstamos y ofreciéndonos algún que otro cigarrillo, de los que tenía a la venta, a cuenta de ese hipotético giro aun sabiendo que algunos no se lo devolverían. Se alegraba mucho cuando recibías carta de tu madre y muchísimo más cuando tenía que acudir a estudios o a algún aula para decir a un huérfano que tenía visita de un familiar. Incluso yo he estado presente alguna en la que se ha visto obligado a agarrar a un inspector por la solapa y decirle ¡¡pegar a un niño no es cosa de hombres…!!

Era el primero en llegar al colegio para abrir la puerta principal. Después, además de cumplir con sus labores cotidianas hacía lo que le ordenaban como hombre adiestrado a una férrea disciplina. Probablemente estaría orgulloso y agradecido por tener un destino agradable, como fue su absoluta dedicación altruista al servicio de los huérfanos de sus compañeros fallecidos. Su remuneración se limitaba a la específica de guardia civil, y una vez retirado de la Benemérita, a la de simple empleado como conserje de una institución docente. Un trabajo imprescindible para que el colegio funcionase, ya que si el director, un profesor o un inspector faltaban algún día no se notaba en absoluto y el centro seguía funcionando con normalidad.

Algunos grandes hombres han trabajado en muchas actividades humildes, sencillas, escasamente remuneradas, que casi nadie quiere y que paradójicamente son tareas absolutamente indispensables. Para realizar esas funciones, en la época a que me refiero, no se necesitaba tener estudios o certificados ni haber hecho carreras académicas de ningún tipo, bastaba con saber leer y escribir. Si bien es cierto que a día de hoy para opositar a cualquiera de estas profesiones, (ujier, bedel, portero u ordenanza), que antes se englobaban en una misma persona, se necesita tener el título de Graduado Escolar, FPI u otro equivalente. No obstante, este palentino tenía una cultura superior a la que se le exigía.

Image1El “Señor Puertas”, como cariñosamente era conocido, realizaba muchas tareas que no le eran remuneradas, ni mucho menos de su competencia. Pero las hacía muy a gusto por sus “nietos”. Recogía en Correos los paquetes que recibían los alumnos de sus familiares; hacía encargos que le encomendaban alumnos y profesores; prolongaba su jornada cuando había acontecimientos extraordinarios, etcétera. Algún profesor, quizás, le miraba por encima del hombro, como si su titulación o su categoría profesional le diera alguna altura moral para mirar desde arriba a quien realizaba tareas tan simples como la este gran hombre. Creo que la educación de calidad se realiza y se manifiesta a través del respeto a todas las personas. Para mí un indicador clave de la categoría educativa de una institución es la de contar con un ser humano que mantiene unas relaciones que se sustentan en la dignidad de las personas. Mientras él cuidaba la portería los alumnos estudiaban para al cabo de los años saber mucho más que aquel abuelote, que seguía al pie de la letra sus cometidos, cargándose de años y repitiendo unas rutinas poco atractivas, poco sugerentes. Su trabajo hacía posible que otros pudieran estudiar para alcanzar un puesto más atractivo y mejor remunerado que el suyo.

Últimamente estoy decaído por la desagradable noticia de la demolición de ese gran centro emblemático para el alojamiento y la educación, durante generaciones, de huérfanos de la Guardia Civil, denominado “Infanta María Teresa, y por la impotencia de no poder hacer nada por evitarlo. A partir de ahora pocos van a ser los vínculos que me aten a un pasado para mi ya marchito desde el mismo momento en el que me han desahuciado del único legado que heredé a la muerte de mi padre. Solo me ata a ese maldito pasado el recuerdo de mis hermanos de odiseas, por ellos (por todos los que pasamos por el “Infa”) quiero dirigir mis reflexiones a ese maestro de la vida: ¡¡Quiero, “Señor Puertas”, reconocerle su labor de haber hecho posible que nuestra estancia en el internado fuera más agradable, menos dolorosa, más eficaz… Deseo darle la gracias por su amabilidad, por su paciencia, por su silencio, por su trabajo… Gracias también, por contribuir a formar generaciones de honorables adolescentes…!!

A tod@s los de mi época, herman@s-amig@s-confidentes-camaradas-compañer@s, (casi tod@s abuel@s), y que nos vimos involucrad@s en esa simbiosis dicha/desdicha por haber pertenecido al “Colegio de colegios”, a nuestra queridísima casa, quiero transmitiros, para que lo trasladéis a vuestros seres más queridos y allegados este pensamiento: “El que quiera saber como funciona una institución que no conoce, que no hable con quién la dirige, que lo haga con el portero, ya que las personas valen por lo que llevan en el corazón y no por los títulos o cargos que ostenten”.

 

4 respuestas a D. Eugenio Puertas

  1. Miguel Angel dijo:

    Una de las personas que recuerdo con más cariño de mis años en el Infanta. Una gran persona.

  2. Luis Apesteguia dijo:

    Creo que allá donde este, te estará agradecido por este reconocimiento, reconocimiento, por otra parte, totalmente justo.
    La educación empieza desde abajo, desde el detalle de reconocer los valores de aquellos que te rodean, tal vez en su momento no supimos apreciar la importancia de un » simple» ordenanza, conserje o como queráis llamarlo, pero esta claro, creo que en un porcentaje muy elevado, el reconocimiento general la D. EUGENIO PUERTAS, eso valora y mucho la educación recibida.

  3. Me sumo a esas hermosas palabras dirigidas a ese hombre bueno y a ese buen hombre.

  4. Laureano, en primer lugar gracias por tus emotivas a vez que certeras palabras sobre el Señor Puertas, me han hecho recordarlo perfectamente aunque con 20 años más a sus espaldas (años 70).
    Tanto el como la Señora Puertas, tiene un sitio preferente en mi memoria.
    Gracias por tu magnifico relato

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