1970 Algo se muere en el alma………

TITULO Algo se muere en el alma………
AÑO 1970-1980
PROTAGONISTAS Todos
AUTOR Juan Manuel Orozco

Desde bien pequeños hemos aprendido y sufrido en nuestra propias carnes lo que es la pérdida de un ser querido, somos especialistas en saber lo que es una silla vacía por Navidad, en tener un hueco en la mesa que ya no ocupa nadie o tener en casa un sillón en el que por respeto no volverá a descansar nadie. Todo ello, nos ha hecho fuertes ante la adversidad y el dolor en la pérdida de más familiares y amigos, lo que en ningún momento significa que nos duela ni más ni menos que a los demás, pero sí que estamos preparados para estas situaciones desde hace mucho pero que mucho tiempo. En el Infanta los más “afortunados” habíamos perdido a nuestro padre solamente, otros también a la madre, todos los que te rodeaban estaban en una situación muy similar a la tuya lo que con el tiempo fue convirtiéndose en algo normal.

Hace unos años hablando con mi hermana (7 años mayor) sobre algo de los años cumplidos, descubrimos que ambos habíamos estado un poco “moscas” con cumplir 47 años, una vez cumplidos los 48, fue como un alivio para ambos, era algo especial, no es que estuviésemos obsesionados con ello, pero sí que la cifra nos venía a la mente con frecuencia, como supondréis, es la edad a la que falleció nuestro padre. En resumen, lo que otros aprenden cuando se les muere una mascota o cuando ya son más mayores, nosotros lo asimilamos desde muy críos, demasiado críos.

Cambiando de tercio, las despedidas en el Infanta eran frecuentes, chavales que no se adaptaban al internado o que por cualquier otro motivo volvían a sus casas, otros, más adelante, sobre los 16 años, comenzaban la gran migración a Valdemoro en búsqueda de continuar con el “negocio” familiar o al ejército. Estas despedidas eran emotivas, pero al fin y al cabo sabias que era por su bien y te alegrabas. Poco a poco el marchar seria el camino de casi todos, a excepción del incombustible Pecino que aun continua allí. Unos lo hacían con previo aviso y otros como yo que un septiembre después de los exámenes de recuperación, desaparecí sin dejar rastro. Bien me peso a posteriori, teníamos que vivir dos veces y aun así cometeríamos errores. Me preguntaba que hubiera sido de mi vida de quedar más tiempo en el Infanta y sobre todo, echaba de menos a mis amigos, a mis hermanos, tarde más de 30 años en volver a localizar a la mayoría a través de internet y posteriormente en celebraciones, comidas anuales, etc. que no han hecho otra cosa que aumentar el cariño que tenía por ellos.

 En los famosos pasos de curso, te encontrabas que a algunos de tus amigos los habían “promocionado voluntariamente” a talleres, también suponían un poco de despedida, ya no estarían en tu clase, no dormirían en tu piso ni tan siquiera comerían cerca de ti, eso sí, los verías con frecuencia y seguirías manteniendo con ellos una buena relación, más distante, pero buena al fin y al cabo.

Pero había situaciones que te inquietaban o cuando menos te preocupaban, en menor medida por ser muy habitual, el ingreso en la enfermería era una de estas situaciones, normalmente solía durar de 5 a 7 días, vamos, lo que dura un catarro. Era curioso, quizás en el día a día no hablabas casi nada con ese compañero, pero bastaba ver su pupitre o cama vacía para que lo echases en falta.

Ya preocupaba más un ingreso en el hospital, recuerdo cuando operaron a Merino, que o bien a propuesta del inspector o por insistencia nuestra, fuimos un grupo a verle tras ser operado de apendicitis, estuvo unos cuantos días (bastantes) ingresado.

El caso más dramático fue la muerte de un compañero, ya explicada en nuestro blog, es algo que no se me olvidara en la vida, fue el día más triste de mi historia en el Infanta.

Hoy he querido escribir a aquellos que nos dejaron, no me entere del fallecimiento de algunos de ellos hasta pasado mucho tiempo, muchísimo tiempo. Sé que ha habido muchos más casos, son demasiado los huérfanos ya fallecidos, pero estos son los más cercanos a mi durante mi época en el Infanta. No esperéis encontrar en mi escrito solo alabanzas, los describiré tal y como los recuerdo, con lo bueno y lo malo, ya que así era como eran mis amigos.

Moral Ruiz, (Moral) yo creo que Moral fue de talleres siempre, no lo ubico en otro lado aunque supongo que pasaría como casi todos sobre 7 u 8 de EGB. La verdad no tenía mucho trato con el más que los cruces cotidianos, sí que en alguna ocasión era fácil encontrar situaciones tirantes con él, por comentarios que tiraba como dardos envenenados, aunque a veces éramos nosotros quienes comenzábamos. Moral era lo que podíamos definir un “nacionalista de talleres” aun así, lo recuerdo como una persona alegre y amigo de formar “bulla”, creo recordar que era un poco más alto que yo, atlético de pelo negro y ondulado y una nariz “respingona” que no le gustaba se metiesen con ella. Su madre era una de las Señoras del comedor, aparentemente seria, alta y de fuerte constitución que no gorda. De él, recuerdo especialmente nuestra “guerra” particular en la “Juventud Baila” concurso de baile estilo Travolta que terminamos ganando los de bachiller. Al dejar el Infanta, se metió en la G.C. después debió tener mala suerte en su vida, tanto que algo le empujo a tomar una terrible decisión, lo que algunos llaman “El camino fácil” y que en mi opinión es tal difícil como la lucha del día a día.

LA FOTOGRAFIA MALDITA

¡Joder! Y no me gusta escribir con tacos, pero es que es mala suerte, en nuestra quinta, nos dividíamos en dos clases, Ciencias y Letras, los primeros éramos unos 30 y 12 de los segundos. De ellos, a día de hoy hay 4 fallecidos.

fallecidos

Alfredo Cascales Vazquez, (Cascales) primero de la izquierda, externo, pijo pero pijo de libro, siempre muy maqueado, con sus castellanos su abrigo Loden verde y su paquete de Malboro o Winston de contrabando. Como es lógico se juntaba más con los externos y nosotros poco trato teníamos con el salvo por el intentar sacarle algún pitillo de vez en cuando o que te dejase algo para un bocata. Por lo demás, era muy espontaneo y a veces se olvidaba que estaba en el colegio y allí había una autoridad, quizás en alguna que otra ocasión se sobrepasó con Don Mariano, pero nada de importancia, alguna voz o algo de atosigamiento.

No sé a qué edad falleció, pero sí que escogió un camino del que pocas veces se sale victorioso, desgraciadamente como muchos otros chavales de aquella época en que las libertades empezaban a aflorar por todos los lados y se llevaban la vida de muchos jóvenes desafortunados.

Mario Romero Macías, (Mario) segundo por la izquierda, el gran Mario, la verdad es que era la bomba, puro ingenio y siempre buscando la manera de descojonarse de algo. No recuerdo muy bien de donde era, creo que sevillano, pero no estoy seguro. Era menudo de estatura media y pelo pincho cuando se lo cortaba un poco, tenía los mismos problemas digestivos que yo con el café del desayuno, éramos visitadores frecuentes del WC. Tenemos una historia en esta página, en la sección de “Profesores” se titula “Don Mariano y la natación sincronizada”, en la que él es coprotagonista y nos dejó este comentario el 25/12/2013 Hola, soy Mario Romero y el episodio fue tal y como lo has contado, la verdad es que nos reímos mucho. Un abrazo Orozco y compañía, hacéis un gran trabajo».

También recuerdo otra pequeña anécdota de Mario, como comentaba , el café le sentaba como a mí y recuerdo que en ocasiones al ir a “depositar” en los WC de cuclillas al lado de las clases, la descarga se convertía en una explosión de arte contemporáneo aunque monocolorista que quedaba impreso incluso en los azulejos, Mario había tenido uno de esos días y llevaba una camisa amarilla y por fuera, cuando regreso del baño y se sentó, los que estábamos detrás vimos que además de los azulejos su camisa por la parte inferior e interna había servido de lienzo, le avisamos casi a gritos y fue corriendo a pedir la llave de los pisos al inspector para cambiarse, fue otra de las pocas veces que lo vi rojo como un tomate, pero le duro poco a los dos días ya se reía de la anécdota. A Mario se lo llevo un maldito cáncer a primeros de este 2015, como comentaba Carranza, donde este, seguro que están pasándoselo genial con el.

Angel Villanueva Balfagón, (Villanueva), segundo por la derecha, fue un huérfano tardío y que traía todos las papeletas para ser puteado, muy menudo, gafas, cabeza desproporcionada y sobre todo hermano de un inspector. Al principio sí que se le puteo un poco, pero su forma de ser afable sin ganas de crear conflictos y que su hermano era un inspector de los denominados buenos, hicieron que su integración fuera muy rápida, aunque el apelativo cariñoso de “Tarro” le acompaño siempre.

No era muy aficionado a los deportes aunque como todos había que jugar al algo para pasar el tiempo pero siendo bastante negado en lo que jugase, a mí me chocaba muchísimo que le encantaba leer el periódico, se lo pedía a su hermano o lo conseguía por algún sitio y se lo leía de cabo a rabo, también le gustaba el telediario, “Dios, que bicho más raro pensaba de aquella” , hoy con frecuencia, cuando leo el periódico o me apuro para ver el telediario me acuerdo de él. Tenía una gran pasión por la historia y quería ser periodista, no sé qué paso después de mi marcha del colegio, pero sé que falleció de un infarto hace cinco o seis años en Mallorca destinado en el Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga ( EDOA ). Cuando volví a encontrarme con mis hermanos después de más de 30 años sin noticias, fue cuando me entere de su fallecimiento, me hubiese gustado tanto volver a verlo y darle un abrazo fuerte. Siempre me lleve muy bien con él.

José Pacheco, (Pacheco) primero por la derecha, por más que intento no consigo acordarme de su nombre, si me viene la cantinela que le decíamos “Pacheco areco” y nada mas. Era alto y de constitución gruesa más que fuerte y que era más destacada en la cintura lo que propicio su mote y por el que era conocido como “Oso” y su variante de “La Osa” , también ayudaba que no era muy amigo del agua y entre eso y entre que en el Infanta no había muchas oportunidades de ducharse le daban un “aroma” especial, además tampoco hacía nada para evitarlo, era capaz de jugar un partido de futbol en mayo con camiseta, camisa y una chaqueta de punto gorda que siempre llevaba, solo en raras ocasiones podías verlo jugar en camisa. También tenía en su contra, que tenía un pelo muy graso, el más graso que he visto en mi vida. Por su tamaño y constitución no era muy ágil, pero sí que era hábil en el regateo y todo lo que se pudiese hacer sin moverse del sitio. Con el aprendí que los cuellos de una camisa que lleva siete días puesta se vuelven negros, quizás en la mía no me fijaba, pero al ver la suya verificabas la tuya.

Su madre trabajaba como Señora de la cocina y cuando se cruzaba en la puerta principal con ella, la veíamos meterle un rápido repaso, preguntarle qué porque no se había cambiado de tal o de cual, le colocaba la ropa, le peinaba…Pacheco la rehuía, se volvía colocar el pelo a su modo y hasta el comedor que tendría que volver a “aguantarla” un poco. Solía pasar los recreos de la mañana y alguno de la tarde con su madre.

No quiero hacer de esta carta una crítica a los hábitos de limpieza de Pacheco, cada uno éramos como éramos, quizás los estándares de limpieza de hoy en día chocarían con los que había en aquella época, todos cojeábamos por algún lado y no teníamos a nadie que nos inculcase una rutina higiénica.

Yo me llevaba muy bien con él, era generoso dentro de lo que se podía y no era nada conflictivo….¡Ah! lo de generoso puntualizo, para todo menos para tabaco, era el típico que si sacaba un pito del calcetín, le pedias uno y te decía que no tenía, tenías que registrarle, porque los escondía en el otro calcetín, en los bolsos..etc.…..que cabronazo era…..¡jajajaja! Su pasión eran las letras y para allí se fue, en una visita que hice al Infanta al año de irme, lo vi en el cuarto piso, estudiando, estaba en 1º de derecho.

Durante mi estancia en el Infanta, no dio ningún o al menos que yo sepa, problema de comportamiento ni con el resto de compañeros, pero creo que años más tarde la lio parda, haciéndose pasar por juez, tenía una habitación en el Infanta y en una ocasión llego en limusina. No sé si termino metiéndose en el cuerpo ni de que murió a ciencia cierta, qué más da ya, el caso es que también le recuerdo con mucho cariño, él era, eso, Pacheco, el oso amoroso. 

Por mis compañeros fallecidos quiero hacer un acto que impida a la maldición seguir cebándose en la “Foto Maldita”, por ello la quemo (es un fotomontaje) y desde este momento queda anulada.

Un abrazo a todos los que nos dejaron.

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4 respuestas a 1970 Algo se muere en el alma………

  1. JOSE MARIA JIMENEZ FLORES dijo:

    CLARO que recuerdo , y a muchos. Quizás al que llamaba Casanova, pudiera ser Salas.
    Y, Campano, no estaba con vosotros?, o es posterior?.
    Bueno hermano, hoy hemos estado un puñado de huerfanos en el Infanta comiendo. Entre ellos, Pedro Pacheco, Afan el mayor y el pequeño, Díaz Jimenez el mayor, Campanario el pequeño, Carmen Roman, Teresa Moreno, y un servidor.
    Todos los segundos viernes de cada mes tenemos nuestra cita en el comedor del bar del Infanta.
    Alli permaneceremos esas fechas para vernos y recordar tiempos y destiempos.
    Un abrazo a toda la familia de los Huérfanos de la Guardia Civil.

  2. JOSE MARIA JIMENEZ FLORES dijo:

    me sobrecoge, ver como algunos «hermanos», se nos van…. sin enterarnos.
    De los mencionados recuerdo a MORAL – tragedia vivida, creo que incluso yo seguía en el Infanta en el 4º piso o en la residencia.
    De los otros recuerdo a Villanueca y a Pacheco, sobre todo a PACHECO, si señor, al OSO de PACHECO. Y de tu clase, Orozco, a algunos más recuerdo. Erais los mayores cuando yo llegué al INFANTA allá por el 77 (Septiembre), … Casanova, puede ser que estuviera en vuestro curso, Merino???.
    En fin, toda una historia.
    Es curioso OROZCO, pero lo tuyo con los 47 lo pasé yo con los 39…..¡ que año más raro y más triste!!!!!!!!.
    Es curioso, tan solo soy capaz de reconocer la juventud de mi padre al marchar a la casa del Padre, cuando veo y trato a mis amigos con esa edad. Pero no se por qué extraña regla, hoy que tengo yo 49 años, sigo viendo a mi Padre, cuando pienso en el, como una persona mayor que me saca 28 años. NO ME PREGUNTEIS PORQUE, pero me pasa, y desde siempre.
    Los años pasan por mi vida y me envejecen, y los mismos años pasan por la «NO » vida de mi padre, y le envejecen igual.
    HERMANOS un fuerte abrazo.
    JOSE MARIA JIMENEZ FLORES – de los Jiménez Flores de toda la vida!!!. Uno de los gemelos.

    • Jose Maria, te paso lista de los de mi quinta para ver si te refresca la memoria y te traen buenos recuerdos:
      Alarcia, Cavero, Campo, Carranza, Garzón, Gil Pulido, Merino, Ocaña, Orozco, Adolfo Pérez Domínguez, Ramírez, Felipe Ramos Biel, Sáez, Salas, Sánchez Puebla, Valero, Armada, Alcántara, Peña Lozano, Rodero, Serrano, Villanueva, Mario, Pacheco, Benjamín Iglesias.
      No están en orden, pero puedes hacerte una idea, espero no haber olvidado a nadie

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