1970 General Mola, 248 “Fashion Week»

TITULO General Mola, 248 “Fashion Week»
AÑO 1970-1980
PROTAGONISTAS Juan Manuel Orozco
AUTOR Juan Manuel Orozco

Este relato, pretende ser un reflejo de aquello que recuerdo sobre el Infanta y la moda, la lógica evolución que va desde el ponerse lo que sea y como sea de la infancia hasta el “maqueo total” previo a la salida a la calle en la adolescencia o de “caza” a la disco en la juventud. Quizás sea el relato en el que tengo más lagunas, espero y deseo que me corrijáis y disculpéis cualquier error que cometa. Las cantidades, colores y tipos de ropa no están del todo claros en mi memoria salvo aquellos que por cualquier motivo me quedaron grabados o aquellos que he podido recuperar de alguna carta. Algunas cosas de las aquí descritas ya salen o en otras historias o en el diccionario, pero creo que independientemente de lo anterior, aquí, agrupadas, es donde mejor están.

Pero antes de nada, quiero hacer también mención a un par de cosillas que aunque se distancian un poco del tema central, pertenecen a la intendencia general en el colegio y como tal, era parte importante de nuestro aspecto, bien porque formaban parte de nuestro aseo diario bien porque nos ayudaban a descansar plácidamente, y eso también se notaba en el cuerpo y en el alma. Limpio y descansado cualquiera reluce más.

LO DEL MES

Al pan, pan y al vino, vino”, no nos vamos a andar con pijadas, por muy hombretones que éramos, los huérfanos, también teníamos “lo del mes” nuestro “periodo” particular, si, si, los huérfanos también lo teníamos. Se trataba de los materiales que nos daban periódicamente todos los meses para nuestra higiene y aseo personal, y que se componían básicamente en:

Pasta dentífrica. No recuerdo la marca, me suena mucho “Colgate o Profident”, pero no estoy seguro. Aunque solo teníamos oportunidad de lavarnos los dientes por la mañana y por la noche, casi nunca te aguantaba el mes. En la época de mis paisanos los asturianos hermanos Hidalgo, los Díaz, Cantabrana, Seijo Campillo, Pedro Manuel Pascual….., se llevaba mucho el bocata de profident, la madre de Pedro Manuel, se lo contaba a la mía y hasta recibir mis primeras cartas en las que le decía que “comía como un señor”, mi madre estaba angustiadísima. Me suena oír que un cambio en la dirección de la Guardia Civil, propicio una comida más variada, abundante y saludable en el Infanta y que yo disfrute desde el primer día de internado, independientemente de que cuando más lo aprecie fue años después de abandonar el colegio. Hoy en día, aún sigo añorando algunos de los estupendos platos de Vizcaíno.

Pastilla de jabón. Esta sí que duraba el mes y mucho más, me suena la marca “Heno de Pravia” y su típico color verde, era una aventura lavarte con ella, más que nada por el que hacer al terminar, los primeros días, solías meterla en el papel del envoltorio hasta que se deterioraba y luego al guardarla en la taquilla, si no tenías una jabonera de plástico, el jabón terminaba manchando la ropa o dejando un cerquillo de color verde amarillento sobre la superficie que se apoyaba y que iba creciendo como las estalagmitas, de abajo para arriba. Otra opción era dejarla en los lavabos para el día siguiente, pero normalmente se “evaporaba” bien por algún huérfano o por el personal de la limpieza que la tiraba. Era multiusos, como gel, champú, o incluso como jabón de afeitar, por lo que no era de extrañar de encontrar algún pelo sospechosamente rizado cuando ibas a lavarte la cara….gel y champú no recuerdo que nos dieran, en mi primer trimestre tengo una carta en la que le cuento a mi madre que me lave la cabeza con champú que me dio un inspector, no sé si era porque no nos lo daban o porque yo tenía problemas de caspa y tenía que lavarme con uno especial “Bioselenium” y el inspector tenía el de esa marca.

Image54Recuerdo que en alguna ocasión se acababa el de Heno de Pravia y nos daban Lux de color rosa, el cachondeo era total, había tema para reírse unos días, especialmente si solo se lo habían dado a una parte de huérfanos.

Peine. El inolvidable peine de carey, tenía dos funciones principales, la primera era intentar peinar (en la medida de lo posible) las cabezas de los huérfanos y la segunda, cuando las púas empezaban a caerse como entretenimiento, quemándolo, dejando un olor característico que recordare durante toda mi vida. Las púas también se podían utilizar para limpiar las uñas y sacar de ellas tierra o arena incrustada de las distintas zonas de juegos.

Image52Cepillo de dientes. De plástico transparente en la mayoría de los casos o de colores típicos, como verde, crema, azul….., bastante duro y poco que decir más, solo que yo no era muy aficionado a cambiarlo entre otras cosas porque nadie me había dicho que se necesitaba cambiar con el uso y porque con el paso del tiempo, las cerdas se iban suavizando, a mí me duraba todo el trimestre, motivo por el cual solía llevar 2 nuevos para casa, ¡ah¡ en ocasiones, el usado también.

Betún. Pequeña lata redonda y con una especie de cierre similar a una tuerca de mariposa. También una solía durar todo un trimestre, los zapatos se limpiaban más bien poco o en ocasiones especiales, la mayoría de las veces con frotarlos contra la pernera del pantalón o con un par de escupitajos ya quedaban listos. No me extrañaría que en casa de mi madre aun tenga alguna lata de estas. La marca, no la recuerdo, pero bien podía ser la de la foto. Alguna vez encontrabas una lata perdida por el armario y el betún estaba cuarteado y cristalizado, no había manera de utilizarlo.

Image50Este era usado, cuando era sobrante, para gastar bromas a pinfanos, ya que prendia fuego muy fácilmente y generaba mucho humo.

No recuerdo si había más cosas o donde lo recogíamos, me suena que era en el ropero que estaba en la puerta contigua a la enfermería en dirección a Kinito, no sé, quizás alguien pueda dar más detalles.

La maquinilla de afeitar no nos la daban pero algunos llevábamos de casa algo similar a la foto siguiente, con lo que podíamos hacer verdaderos estragos en el cuello especialmente y en las manos a la hora de hacer los cambios de cuchilla o limpieza de la maquinilla. Era toda una aventura nuestra primera vez afeitándonos, te quitabas la pelusilla con ganas de que creciese el nuevo pelo rápido y duro, admirabas a los de barba poblada, que mayores parecían. Como todo en la vida, la barba también llego y hoy en día, de vez en cuando te viene por la cabeza si no será mejor depilarte por láser y olvidarte del afeitado durante un año.

Image48LAS SABANAS

Era lo primero y más urgente que tenías que hacer al llegar de vacaciones, ser novato o andar un poco despistado, podía suponer dormir sin ellas unos días. La verdad que aunque por su rigidez y apresto no eran las sabanas más acogedoras del mundo, olían a limpio y tenían mejor tacto con la piel (aunque rascaban lo suyo) que la funda del colchón con sus sospechosas manchas o las mantas con hilos como alfileres. Cuando llegabas, las camas estaban hechas de manera perfecta pero solo eran colcha y mantas, había que ir a Don Jesus a la lavandería a por ellas. Las ponías, limpias bien estiradas, la funda la metías en el cuello y agarrabas la almohada por los dientes y deslizabas la funda por ella hasta su total colocación, cama hecha, prometía un descanso nocturno agradable. El problema era que poco a poco y tras hacer durante muchos días la cama al estilo “cuartel” es decir, echarlas hacia arriba, estirar un poco, someter la almohada y alisar la colcha, como decía, después de muchos días haciéndola asi, un día te levantabas inspirado, con tiempo y por fin tomabas una gran decisión “qué coño, hoy voy a hacer la cama bien, de verdad, como se debe de hacer”, aquel día salías pletórico, habías hecho algo grande…..y ¡oh casualidad! Ese día justamente, tocaba cambio de sabanas por la tarde, ¡cachis la mar!..…..en serio, no recuerdo cada cuanto las cambiábamos, podría ser cada 2 o 3 semanas, pero sí que es cierto que más de una vez me coincidió lo de hacer la cama bien y tocar cambio. En ocasiones rompías alguna de ellas motivado por alguna petaca traidora o bien porque las sabanas ya habían pasado por muchos lavados, aguantabas un par de días, pero al final la rotura era casi total, se lo comentabas al inspector, solicitabas permiso para ir a cambiarlas o ibas directamente a Don Jesus e intentabas que fuese un poco comprensivo y te las cambiase. Eso podía ser un arma de doble filo, si quedaba poco para el cambio general y pretendías cambiarlas otra vez, Don Jesus te recordaba perfectamente y te decía que nones, con lo cual tus sabanas llegarían al próximo cambio con unos días más de uso que el resto y se notaba, vaya que se notaba. En algunas ocasiones, bien por lo anterior bien por no estar el día del cambio o estar despistado, te quedabas sin hacerlo, se te hacia muy largo el volver a tener sabanas limpias.

LA ROPA

A más de uno seguro que le paso lo que a mí, a nuestras madres les habían repetido varias veces, “allí no necesitara nada, se lo darán todo” le repetían las madres de otros alumnos y también las personas que habían ido a proponer tu ingreso, “que lleve solo una mátela para volver de vacaciones”…… como ya comente en otras ocasiones, allí me plante en Madrid con una maleta de imitación a piel marrón claro, vacía y acorde a mi tamaño, vestía unos pantalones (rosa para más Inri…!Señor en que estaría pensando mi madre¡), camisa azul, chaqueta de punto tejida a mano y cazadora, llevaba unos zapatos que bien podrían ser de charol, peinaba raya a un lado y el pelo humedecido de alguna manera por mi madre, todo un cromo, el pardillo perfecto. La ropa fue amortizada convenientemente ya que hasta después del Pilar no me dieron la del Infanta, más de 11 días con la misma….lo bueno fue que al menos el rosa se fue disipando y transformándose en casi marrón. A día de hoy, no recuerdo ningún tipo de maltrato, abuso o vejación por parte de mis compañeros, sí que pudo haber alguna novatada, pero las típicas. Bueno, que me disperso, al grano……la ropa nos la daban en el ropero, tengo una carta en el que detallo parte de lo que nos daban:

Octubre-72

….hasta ahora solo se:

2 camisas blancas y 2 de color.

1 chaqueta azul, la del traje.

1 abrigo de cinco o 6 colores

4 camisetas y 3 calzoncillos

2 pantalones vaqueros

1 pantalón gris

1 bañador

1 par de zapatos unos de diario y otros de domingo o festivos

1 playeros

Después te digo lo demás……

Image46Lo demás y por deducción debe referirse a 2 pijamas, 2 jerséis, 2 toallas… y creo recordar que 6 pares de calcetines, 1 o 2 servilletas de cuadros verdes y por supuesto 1 o 2 corbatas negras de “chicle, 3 escudos…… ¡ah! también un chándal”, pero este solían tardar más en darlo y cada día que tocaba gimnasia tenías que contarle la misma historia al Espinazo, “aun no me lo han dado” a lo que él te presionaba amenazándote con un suspenso, aunque eso sí de forma indirecta, “El próximo día, aquellos que no traigan la uniformidad pertinente serán recompensados con un suspenso en la próxima evaluación”.

Es de resaltar que en la cantidad de prendas que nos daban se encierra toda una filosofía de vida de la época, 3 calzoncillos, es decir, uno puesto, otro en la lavandería (7 días) y otro para emergencias, al menor descuido….¡Zas! frenazo en el blanco inmaculado y ya tenías que usar el de reserva, la semana siguiente no podías “fallar”, pero teniendo en cuenta la variedad de tipos de papel higiénico que había (periódico, apuntes, el interview, y con un poco de suerte, papel del Elefante) las zurraspas estaban garantizadas. Dos pantalones, uno puesto y otro lavando, aquí no había plan de contingencia salvo usar el del domingo o el del chándal con el correspondiente chorreo.

Todo lo anterior nos llevaba en ocasiones a realizar nuestra propia colada y que mejor detergente que el jabón Heno de Pravia, complicadísimo para aclarar ya que no paraba de salir espuma, pero refrescaba y aromatizaba la ropa.

Procurare hacer una breve descripción de toda nuestra ropa:

Camisas blancas, las típicas de traje y que te ponías a diario en casos de emergencia, pero siempre tenías que tener una disponible para el uniforme, aunque luego siempre veías a alguien con el traje y con camisa azul, “domingo de premio, por supuesto”. Más adelante, a partir de los 16 años se empezó a usar a diario con más frecuencia y de manera más informal.

Camisas de color, creo recordar que una era color crema o amarilla y otra azul.

Chaqueta, azul marino para el uniforme, con el abrigo quizás era la única prenda que no se limpiaba en toda tu estancia en el Infanta, habría que hacerlo en tintorería y no recuerdo si teníamos esa posibilidad. No obstante, alguna forma de limpiarlas tenía que haber ya que el día que poníamos traje alguno la liaba fijo en el comedor, con sus consiguientes lamparones o dejándola a modo de portería en el patio central. Era de las prendas que dejabas atrás casi nuevas por el poco uso, pero no recuerdo que fuesen aprovechadas por otros más pequeños.

Abrigo, los primeros de pata de gallo fueron reemplazados por trencas y posteriormente por anorak, todo una noevdad de la época.

Camisetas, la típica de tirantes, era “gracioso” ver a algunos especialmente delgados y con camisetas tres o cuatro tallas más grande ir a lavarse por la mañana. No tengo muy claro si en algún momento nos dieron otras de invierno, pero creo que al menos para gimnasia también nos daban dos de manga corta.

Calzoncillos, el clásico de algodón blanco (el primer día de uso), como en las camisetas, también era curioso ver a algunos de nosotros con calzoncillos más grandes de la que tocaba, “demasiada tela para tan pocos huevos”….. bueno realmente en mayor o menor medida, esto pasaba en todo tipo de prendas.

Pantalón vaquero, la prenda reina de todas las prendas, aguantaba de todo, maltrato, manchas de casi todo tipo, semanas sin lavar, era un placer ponértelos recién lavados.
Hoy en día, sigue siendo mi pantalón favorito.

Pantalón gris, prenda de poco uso más allá de los días obligados de uniforme.

Bañador, también (y por desgracia) de poco uso al menos para lo que estaba diseñado, como mucho desde primeros de junio hasta vacaciones en la piscina o si eras un poco remilgado en las duchas, lo utilizabas para entrar y allí una vez cara a la pared te lo quitabas, aprovechabas a dejarlo en el suelo y lo pisoteabas con el agua jabonosa que caía, esa era la manera de lavarlo, también lo hacías con el calzoncillo aunque con este y según porque zonas, era necesario frotar un poco más enregicamente. Después un par de retorcidas o unos golpes contra la pared y al radiador a secar o en las barras metálicas que soportaban los lavabos.

Zapatos, que decir de tan enorme prenda, la palabra “tanque” en todo el mundo es sinónimo de guerra, destrucción y dolor, en la vida de un huérfano, también tiene la acepción cariñosa de zapato multiuso con herradura en la puntera y que nos acompañó durante toda nuestra estancia en el colegio. Una patada con ellos era mortal, podía desintegrar de un solo impacto un chusco de una semana de vida en millones de partículas diminutas, con un agujero en la suela servía para “distraer” alguna canica a los pequeños, duraban una eternidad y el pie crecía a gran velocidad, no sé si tener hoy en día los dedos de los pies encogidos se debe a ello. Los de diario mostraban sus heridas de guerra en los arañazos faltos de piel que se producían en la zona de la puntera, y que eran disimulados con escupitajos, rotuladores o en el mejor de los casos con betún.

Image44Playeras, o zapatillas de deporte de media bota similares a la de la fotografía de la izquierda, a finales de los 70 vinieron unas blancas que causaban furor (tipo all stars), el olor que llegaban a emitir los tachines después de estar durante más de 15 horas allí encerrados, era mortal. En aquella época no solían ser de uso diario. Son las responsables de uno de los problemas que he tenido entre el lenguaje Asturiano y el Madrileño, en Oviedo siempre fueron “playeros” decir playeras o zapatillas, parece una tontería, pero generaba confusión o cuando menos alguna carcajada.

Image42Pijama, de tergal con su ribete blanco en puños cuello y bolsos, de color azul claro, crema, verde claro o rosa palo, con bolsos en los que llevabas de todo menos tabaco, ya que de hacerlo era como poner un escaparate al público y el paquete podía durarte unos minutos.

Image37Jerséis, no sé si solo nos daban solo dos o dos eran para el frio y otros dos para el buen tiempo, recuerdo los de cuello de pico, finos y de color granate o azul y luego los más gordos de rombos o figurillas.

Toalla, no recuerdo bien sus colores pero me suenan más bien tonos grises y no los de la foto de los pijamas que son de una época posterior a la mía, estas también aguantaban lo suyo, daba la sensación que como siempre que te secabas estabas limpio, pues no se ensuciaban, pero el olor a humedad que dejaba en el armario te recomendaba echarla a lavar. También muy utilizada como arma de efectos muy dolorosos con la que se golpeaba al enemigo en las batallas, se cogía por una punta con una mano y la inversa del otro lado con la otra, se giraba para darle consistencia y ya estaba cargada, ahora una vez localizado el contrincante, se daba una sacudida seca y con retroceso para que la punta contraria a por donde la teníamos agarrada golpease contra la zona atacada justamente en el momento de retroceder, produciéndose un restallido que era directamente proporcional al dolor infringido a tu oponente. Sobre la piel desnuda el dolor era importante por lo que se imponía la venganza……ya estaba liada ya que la gente que pasaba por allí en seguida se veía involucrada. Si el inspector estaba en el piso, rara era la vez que una batalla de estas no acabase en plantón.

Calcetines, casi merecen su propia historia, ¿que sería del Infanta sin sus anécdotas sobre tachines?, ¿a que olerían las familias si su peculiar aroma?. Los tirabas contra la pared y quedaban pegados, mantenían los pies en una humedad constante que los dejaba blancos y arrugados. Lo peor que te podían hacer durante una pelea, era coger un tachin maloliente y plantártelo en la cara tapando la nariz y obstruyendo la respiración por la boca, en alguna ocasión lo hacías con el limpio y la psicosis que creaba era la misma que el sucio.
A mí me llamaba mucho la atención los blancos con raya azul y roja que traían los externos o los huérfanos que dormían los fines de semana en casa, los veía tan blancos que me moría de envidia por tener unos.

Servilleta, prenda castigada por excelencia a no ver el agua en una buena temporada, al estar guardada en el comedor hacia que te olvidases de echarla a lavar los sábados, además si la ponías limpia, había alguno que te la birlaba, en fin un desastre, por todo ello era normal que tuviesen una cantidad de manchas, entre granos de arroz y algún que otro trozo de comida. Al igual que la toalla, también se utilizaba para atacar al contrario aunque de menor alcance, para largas distancias (dos mesas o más) era mejor coger la servilleta de alguien y hacer una bola que arrojabas a tu objetivo a la vez que oías los reproches del propietario de la servilleta que sería afortunado si al ir a recogerla estaba donde había caído inicialmente y no la seguían lanzando mesa por mesa.

Corbata, la de chicle con su elástico para no tener que hacer nudo, no recuerdo si llegue a tenerla de verdad, creo que no y si la tuve seguro que no deshice el nudo nunca.

Chándal, en mi época era azul de poliéster con dos rayas blancas en pantalón y mangas. Daba mucho juego pero no era del agrado de los inspectores vernos con el fuera del día de gimnasia.

Bolsa de deporte, es algo que no tengo seguro, pero creo que a mediados de los 70 empezaron a darnos una bolsa de deporte, no sé si para todos o solo para los que pertenecíamos algún equipo deportivo. Eran de pástico negro con terminaciones blancas. Aunque parezca raro, muy parecidas a las que hoy se usan en el padel.

Escudo, pues eso, un escudo, entrañable hoy en día y que en aquella época no apreciábamos mucho, eso sí, fuera del Infanta era sagrado, se defendía a sangre. Nos daban tres escudos, para el traje y en ocasiones para el chándal, creo recordar. Los huérfanos profesionales lo llevábamos cosido, los novatos o aprendices de buscavidas, agarrado con un imperdible medio colgando.

Image35Una curiosidad que tengo es en el tema de zapatillas (no playeras), las de andar por casa, no recuerdo que nos diesen y tampoco asocio si las llevábamos de casa, de ser así, al menos el primer trimestre me lo pase sin ellas. Lo que si recuerdo como si estuviese viéndolo ahora mismo es una de las imágenes más fashion que había en el cole y que era ir al WC (9 familia) en pijama y con los tanques calzados y sin calcetines. Por favor, que alguien ponga luz a este asunto tan transcendental.

La reposición de la ropa era un poco compleja, para mí un poco menos ya que tuve la suerte de encontrar allí al subteniente Lasuncion, antiguo compañero de mi padre, un día me pregunto ¿tu padre era de Málaga, se apellidaba Orozco Rosado y se casó con una Asturianina?, ante mi afirmación, me comento que había coincidido con él en el curso de tráfico del parque o en un destino, que guardaba un grato recuerdo suyo….etc. el caso es que aquel día me dijo, “cuando necesites algo, vienes y me lo pides”, no recuerdo bien si luego lo cambiaron, pero sí lo hicieron ya tenía tanta veteranía encima que no necesitaba ayuda extra . El resto, lo tenía más complicado, solían exigir la prenda antigua para certificar que estaba rota o para verificar que te quedaba pequeña, pero si una cosa fallaba, siempre había algún “plan B” para conseguir lo que te proponías, ver en el apartado “VIVENCIAS” 1968-78 Alcatraz o domingos en el estudio. Otra opción era el coger material de la trapería, pero corrías el riesgo de ser castigado por estar allí o porque te descubriesen. No obstante y como decía que me sucedió a mí, según crecías, el agenciar algo de ropa (lícitamente) era más sencillo.

El lavado de la ropa, rutina que supongo ha permanecido durante muchos años y que básicamente era la de llevar los sábados por la mañana un montón de ropa sucia a Don Jesus, en el cuarto que había nada más entrar en los bajos de los dormitorios de los pequeños, justamente debajo de la Pepa y que estaba lleno de máquinas de lavar y secar, con un aroma inconfundible a humedad, más que a humedad a vapor de agua con un aroma especial y típico de lavanderías, contrastaba con la montaña de calcetines y calzoncillos que allí había preparados para ser lavados. Mientras Don Jesus anotaba tu número, tenías que contar la ropa delante de el además de separarla dependiendo de qué tipo de ropa fuese, los calcetines por aquí, los calzoncillos por allí, los vaqueros por allá….esta era una ocasión magnifica para hacerte con algo extra, si él se equivocaba (o hacías que se equivocase) y te anotaba de más, a la hora de recogerlo faltaría y tendría que darte de los excedentes que tenía porque se habían echado a lavar sin marcar o bien porque tenía nuevos, esto sucedía especialmente en calzoncillos, calcetines, toallas y servilletas. Si anotaba de menos, podías reclamar al retirar la ropa, pero salvo que tuvieses suerte y estuviese de buenas, podías darlo por perdido. En ocasiones por temas de festivos o puentes, el día de echar la ropa a lavar y retirar la lavada se adelantaba al viernes y en ocasiones no todo el mundo se enteraba, era un fastidio, esa semana tocaría hacer colada casera casi todos los días.

La recogida de la ropa limpia se hacía a continuación, entrabas en el cuarto que había al fondo a la derecha una vez pasado el costurero y la vivienda del Sargento Molero (Funes), tenía un mostrador frente a la puerta, el cuarto estaba lleno de armarios de madera con divisiones cuadradas de unos 35 o 40 centímetros de lado que tenían un numero identificativo en la parte superior. El mío (374), estaba en el pasillo de la derecha, el que estaba justo detrás del mostrador y que por su situación estratégica debía ser difícil de que se “despistase” alguna prenda. Cogías lo que había aunque en ocasiones tenías que volver mas tarde ya que no había dado tiempo a prepararla bien porque tenían algo que coser o por cualquier retraso, si la tenías, hacías un repaso rápido y te dirigías hacia Don Jesus a la vez que él iba cantando lo que tenía anotado que echaste la semana anterior tu ibas mostrándolo. Este sistema no era del todo fiable ya que había algunos que salían con más ropa de la anotada, tengo en mi mente aun el día que me faltaron unos vaqueros que adoraba, me quedaban como un guante, eran nuevos, solo los disfrute una puesta o dos……si pillar lo pillo. Bueno que me disperso, una vez revisada la ropa era la hora de los “tachines” a veces Don Jesus te preguntaba cuántos habías echado, en otras ya te los daba directamente. En ocasiones faltaba algo de ropa que se había detectado rota durante el lavado o el planchado y estaba en el costurero, la semana que viene la tendrías en la taquilla, si tampoco estaba, Don Jesus lo tenía anotado todo y te daba un vale para solicitar una prenda nueva.

Cada día que pasa y ahondo en los recuerdos del Infanta comprendo mejor la diferencia que existía entre un chaval de la calle de 18 años y un huérfano de la misma edad, si pudieses meterlos en un laberinto de madera, el de la calle aun estaría buscando la salida mientras que el huérfano ya habría edificado con la madera un adosado al lado de la salida para dejar el resto de jardín. Nos hicimos especialistas en buscarnos la vida.

Una vez con ropa limpia y con tachines que no se pegaban a la pared, es hora de comenzar la “General Mola/Príncipe de Vergara Fashion Week”.

GENERAL MOLA/PRINCIPE DE VERGARA FASHION WEEK

Image33Que en el Infanta hubo una evolución en la uniformidad y manera de vestir es algo lógico, cada década tenía sus peculiaridades y estas se veía reflejadas en la vida de los huérfanos. Yo voy a comentar brevemente lo que me tocó vivir a mí y los pocos recuerdos que me quedan sobre ello.

Quizás la primera preocupación por tu imagen la tenías cuando te daban la ropa, bien no habías sabido dar bien tu talla o bien te la habían dado errónea, aquello no era el Corte Ingles que puedes ir a los 15 días diciendo que te queda pequeño/grande y te lo cambian, si tenías suerte sí, pero si no a buscarte la vida, por lo que era frecuente cambiarnos ropa entre nosotros, si a ti te quedaba grande seguro que alguien tenía una prenda que le quedaba pequeña. Los pequeños tenían más acentuado el sentido de la propiedad y no tanto el del ridículo, eran reacios a los cambios, los veías con ropa que podría servirles dentro de 2 años o con pantalones que dejaban la espinilla a la vista.

Se podrían definir cuatro etapas claramente diferencias en relación a la manera de vestir, y que son:

1º Etapa, “Alguien me sigue vistiendo”, comprendida entre los 6 y 8 años y mientras se estaba en la Pepa, los veías salir por la puerta que daba a la capilla, de punta en blanco, zapatos limpios, camisa abrochada hasta arriba, pelo mojado y peinado a raya, con la ropa típica del cole, eran los “intocables”, lástima que al poco tiempo de salir y tirarse por el patio central quedaban irreconocibles.

2º Etapa, “Donde estará la Pepa”, comprendida entre los 9 años y hasta los comienzos de la adolescencia (13/14 años). Quizás la más desastrosa, te tocaba organizarte tú mismo, seleccionar que ropa pondrías, que estaba sucio, que conjuntaba o no….etc. resultado, desastre total, terminabas vistiendo una y otra vez lo que te habías puesto el lunes, ibas con un cuello por fuera y otro por dentro, la mitad de las veces cuando oías risas te dabas cuenta que aun llevabas los pelos aplastados de la almohada, solías volver a usar la ropa que tenías en el lateral de la taquilla preparada para llevar a lavar…..desastre total, la cosa iba mejorando con el paso del tiempo y según te acercabas a la siguiente fase.

3º Etapa “Apartaros que me lo como todo”, comprendida entre los 15 y los 17/18 años, comenzabas a salir por el barrio con frecuencia, tomabas unas cañas por la zona, tenías contactos con chicas, ibas al cine a las discotecas, etc. Era la hora del “maqueo total”, cuidabas hasta el último detalle, pelo limpio y sedoso, cara bien rasurada, desodorante de roll-on y colonia de Varon Dandy que te “quemaba” la cara después de afeitarte, en definitiva, te programabas la ropa dependiendo de tus agenda, por semana, si no había previsto nada especial (salida por el barrio o similar) vestías con lo más usado y que menos te gustaba, para el fin de semana, guardabas tu ropa preferida, lo que tenías de casa o ya tenías apalabrado un cambio con alguien. En esta etapa uno de los principales objetivos que tenías era diferenciarte de los demás, no parecer un miembro de un equipo, especialmente en la calle.

Image284º Etapa “La camaleónica”, comprendida aproximadamente desde los 17/18 años en adelante, edad en la que se salía fuera a estudiar, bien informática, banca, universidad…., era un cambio radical, el pasar a estar en la calle muchas horas al día y conocer otra gente hacia que te intentases integrar en ellos, tarea difícil para los huérfanos ya que íbamos con ropa de serie, pero se hacía lo que se podía, no me tocó vivir en directo esta etapa, pero sí que se la vi pasar a los mayores que yo. El aire bohemio y la influencia Hippy se notaban también en los huérfanos. Entre eso i que solían comer y cenar en el segundo turno, no había quien les tosiese.

En la 3ª y 4ª fase, poco a poco y con los años, te ibas haciendo con un fondo de armario decente, al principio un porcentaje muy alto de ropa del Infanta, era raro ver a un “primario” con ropa de casa, pero según crecías, la ropa de casa ganaba terreno y eso que la que daban en mi época era bastante buena, creo que del Corte Ingles ni más ni menos, aquellos jerséis de rombos o el de cuello de pico, los vaqueros que a mí me encantaban…

Image26En esta fotografía, podemos ver que a diario no teníamos mucha variedad, de 8 huérfanos que hay, se aprecia que al menos 4 (de Carranza tengo dudas) llevaban jerséis de pico probablemente rojo y camisa amarilla o azul, Lázaro tenían pasión por los rombos o rallados. Pero esto era lo típico, día de diario, ropa de batalla, no había que esforzarse mucho si ibas a terminar jugando al frontón o un partido de futbol o a sentarte un poco al sol en la puerta principal. Lo que “cantaba” un poco era si ese día alguien decidía ir a tomar unas cañas al barrio, como podéis imaginar, a veces parecíamos un equipo de algo por la uniformidad que llevábamos.

En esta fotografía, se aprecia la 3ª fase en estado puro, siete huérfanos en el patio central y todos vistiendo de manera diferente, se aprecian también los pelos abundantes típicos de la 3ª y 4ª fase.

Image24Poco a poco también la ropa se iba modernizando, pasamos de aquel abrigo de pata de gallo a tener trencas azules o marrones y posteriormente unos anorak azules y verdes con forro interior naranja que resultaron muy codiciados por los huérfanos. En esta foto sacada del blog de Antonio Fagundo, podemos ver los dos modelos portados alegremente por Román, en pie, Nuez, primer agachado por la izquierda y Trinidad Jacinto (el pequeño) a su lado.

Image22En la siguiente vemos a unos huérfanos de uniforme en una Semana Santa.

Image20

Huerfanos “maquedos” en el campo de abajo alla por los 60, la elegancia de los huerfanos no sabia de decadas.

Image16En esta foto de aproximadamente 1975, podemos ver la trenca marca “Infanta” de Bachero (en pie), una cazadora torera con jersey de cuello cisne mio de marca “casa de mi mama” (inferior izquierda) y jersey de ochos entrelazados con camisa color crema, ambos marca “Infanta fashion” combinados con un pantalon marca “casa de su mama” y de buena campana de Afan (inferior derecha), aprarentemente los modelos de la parte inferior no lleban el clasico zapato tipo Tanque y optaron por otros modelos de la epoca.

Image14Un día de diario de 1979, los modelos nos muestran la gran variedad que había, el de la izquierda (yo) con zapatos, pantalones de pana y camisa todo marca “de la casa de mi madre”, a la derecha, ambos modelos con zapatos y pantalones marca “Infanta” combinando el primero por la izquierda (Serrano) con la típica camisa color crema sobre camiseta blanca, ambas prendas de marca «Infanta» y el modelo de la derecha (Alarcia) con polo y gorra de marca “de la casa de mi madre

Image12Huérfano perfectamente uniformado sobre los años 80.

Image10Fotografía de aproximadamente 1975/76, por el horario de clases de la pizarra seria en octubre, se puede apreciar la enorme variedad que ya existía de jersey y lo que se ponían debajo, cuellos cisne, camisetas, camisas…

Image8

En la siguiente fotografía, marcados con línea roja los huérfanos, el resto externos. Podemos destacar de los huérfanos, las camisas de amplio cuello, conjuntadas con ropas oscuras en su mayoría, Lazaro con sus rombos, y Ricardo con su trenca.

Image6Aquí vemos a un mayor, creo que Campano, con unos huérfanos pequeños, si os fijáis, dos de ellos, llevan el mismo jersey que Lázaro de la foto superior, esto dependiendo quien se veía afectado podía suponer cuando menos un chorreo a los primarios por haberse puesto el mismo jersey y sobre todo cruzarse contigo.

Image4No quería terminar este escrito si llegar a la conclusión de que independientemente de la moda o lo que llevásemos puesto, en aquellas fechas y con los años que teníamos, sin camisa o con ella abierta en plan macarra, con 17/18 años que teníamos estábamos presentables de cualquier manera.

Modelos (Rodero y Orozco)
Image2No me extiendo mas, que ya esta bien, no la repaso mas que llevo tres semanas escribiendola y no termino nunca, disculpar mis errores, si no tiene un argumento claro o cualquier gazapo que veais, mi unica intencion es haceros pasar un rato lleno de recuerdos agradables de lo que fue la moda en nuestra casa del Infanta.

Un abrazo.

6 respuestas a 1970 General Mola, 248 “Fashion Week»

  1. JUAN MIGUEL TOMAS REDONDO dijo:

    Excelente trabajo. Hasta salgo en una de las fotos. Orozco no se si te acuerdas de mi Tomás enl de Mallorca, de la misma clase que Campano. Te felicito por el trabajo.
    Un abrazo

  2. Blas Perez Martinezm dijo:

    En mi promocion1964-1968,ni bambas,ni zapatillas ni pantalones vaqueros etc.
    Yo me marcaba la ropa con mis iniciales en sitios ocultos a la vista.
    Donde nos daban los artículos de limpieza en mi promoción hera en una edificación
    que estaba junto al frontón, ( en la leñera )

  3. Alfredo dijo:

    juanin soy diaz el pequeño as hecho una obra perfecta. ¡Qué recuerdos! Coincidimos poco en el viaje a Madrid, cuando tu empezaste a ir, yo me quedaba en Asturias. ¿Qué tal tu familia? Espero que bien

    • Hola Diaz, una alegria verte por aqui, la coincidencia en el tiempo de permanencia en el Infanta es algo circustancial, las vivencias y sentimientos que tenemos todos los que por alli pasamos son lo que nos mantiene unidos desde hace mucho tiempo y sin apenas conocernos. Si se oye la palabra «huerfano» en una conversacion ya es garantia de tener mucho en comun.
      La familia bien, gracias, espero que la tuya tambien.
      Un abrazo

  4. Tomás Suárez dijo:

    Toda una historia, toda una vida, toda una esperanza, y todo un sueño, del que alguno no queremos despertar. Leyendo el texto no sólo me he trasladado en el túnel del tiempo, para revivir aquellos años, sino que me he visto ahí, con mis nueve años, en una fotografía del año 1952, en Ocaña con Manuel Diaz, (nunca he vuelto a saber de él, se que era de León igual que yo, pero en fin) Que años aquellos, tengo tan malos recuerdos, como buenos, pero como en las películas los buenos siempre ganan, por eso hoy día puedo aseguraros que si soy como soy gran parte de buena culpa es debido a aquellos duros tiempos, me enseñaron que en las dificultades se forjan las personalidades, muchas veces me han dicho a lo largo de mi vida, que tengo obsesión con la amistad, en aquellos años lo aprendí, y lo llevo como uno de los mejores valores morales de toda mi vida, la culpa es vuestra, porque aunque tal vez sin darnos cuenta, compartimos tantas cosas que aún habiendo pasado tantos años jamás se olvidaran. Por todo ello gracias.

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