1948-1954 – Ocaña – Santo Domingo de Guzmán

A principios de 1948, la Asociación Pro-Huérfanos de la Guardia Civil se puso en contacto con varias congregaciones religiosas proponiéndoles la apertura de un Colegio para sus huérfanos. Ese contacto dio como resultado aceptar la propuesta realizada por el Padre Vicario de los Dominicos (Orden de Predicadores–Misioneros de Ultramar) en la localidad de Ocaña, provincia de Toledo, debido a sus buenas comunicaciones y a la magnífica construcción de sus edificios. Llegando a un acuerdo con la Asociación de Huérfanos de la Guardia Civil, de firmar un Contrato de Concertación.

El Colegio de huérfanos, así se decidió, se instalará en Ocaña (Toledo) debido a sus buenas comunicaciones, sin olvidar la Magnífica construcción de sus Edificios, alabados por los Arquitectos de la Guardia Civil, en especial el cierre del techo de la Galería Superior y la Amplitud y Ventilación del Dormitorio.

El contrato de concertación se firmó el mes de agosto de 1948, por el Coronel Sanches Acerín, en nombre de la Asociación de Pro-Huérfanos de la Guardia Civil el y el Padre Vicario Fr. Mauricio Andrés, por la Orden de los Padres Dominicos.  Las condiciones fueron: “El contrato, es rescindible por una y otra parte a voluntad, a condición de avisar con dos meses de antelación, la decisión de rescindirlo”.

La Inauguración del Colegio de Huérfanos, fue el día 17 de Octubre de 1948, siendo su primer Director del Colegio Santo Domingo fue el Padre Faustino Rengel.

El 17 de octubre de 1948 empezaron a llegar los alumnos con edades de entre 7 y 11 años, todos huérfanos de la Guardia Civil, siendo el primer alumno en llegar al Colegio en Ocaña fue: Alfredo Borque Palacin, procedente de Huesca. Nuestro hermano Tomás Suárez Pascual, me cuenta que le recuerda perfectamente, entre otras cosas porque era unos tres o cuatro años mayor que él.

El número de alumnos en el curso 1948-1949, fue de 136 alumnos censados. Asignándole el  número 1 al huérfano: Esteban Bejarano Velez (fallecido posteriormente en el Colegio Infanta María Teresa). Y el número 200 se asignó a Francisco Vieito Rodriguez.

 

Aunque solo había 136 alumnos huérfanos al iniciarse el curso 1948-1948 y a pesar de que siempre se habla de «los doscientos» de Ocaña, nunca se llegó a esa cantidad a la vez, pero en el Colegio estuvimos en total 238 huérfanos de la Guardia Civil.

Nunca fuimos 200 alumnos en el Colegio de Ocaña. Recuerda Tomás Suárez Pascual que él tenia el número 195, que anteriormente lo tuvo adjudicado Santos Santiago “El Petrino”, que estudió Magisterio en el Infanta, perdiendo dicho número al pasar al Infanta.

La filosofía del Colegio de Ocaña, fue que los alumnos no estábamos obligados a ser Guardias Civiles.  La vida para los colegiales era bastante dura. Las clases y los estudios ocupaban la mayor parte del día.

Los dormitorios eran naves corridas con una mesilla entre las camas y en las aulas, al principio, se les iba colocando con arreglo a las edades. Había media hora de recreo por la mañana, otra media por la tarde y una hora después de comer. Tras la comida, si el tiempo lo aconsejaba, los Padre Dominicos llevaban a sus alumnos a las eras. Se jugaba con preferencia al fútbol.

Y así pasaron aquellos inolvidables años, y allí compartimos grandes penurias y grandes sentimientos, años que a pesar de nuestra corta edad les marcaron para el resto de sus vidas. Cuenta Tomás Suárez Pascua, que está convencido que la fortaleza en las personas se forja, sobre todo, en las adversidades, porque en ellas se comparte lo más preciado del ser humano EL CARIÑO.

En el año 1954, al clausurarse el Colegio de «Santo Domingo de Guzmán», los huérfanos se distribuyeron entre el Colegio «Infanta María Teresa» y el de Guardias Jóvenes para los que ya habían cumplido los 16 años.

 

Agradecimiento por la ayuda a Tomás Suárez Pascual

Cuenta nuestro hermano Tomás Suárez Pascual, que ingreso en el Colegio de Ocaña el 23 de Octubre de 1952, es decir cuatro años después de que el primer huérfano entrara por aquella enorme puerta de aquel vetusto edificio.

Nos ha ayudado a conocer un poco lo que fue el Colegio de Ocaña, y como dice el mismo, “lo hago con todo el cariño del mundo, no exento de dolor por los que ya no están con nosotros y con la nostalgia lógica de los muchos años ya pasados y que ahora los hago presentes, recordando mi paso e intensos años por aquel Colegio”.