1972 Gusanos, un gato y un topillo

TITULO Va de animales
AÑO 1972-1979
PROTAGONISTAS Gusanos, un gato y un topillo
AUTOR Juan Manuel Orozco

Siempre me han gustado los animales y siempre he tenido facilidad para encontrarme alguno abandonado, aquí resumo algunas pequeñas anécdotas que tengo de mi relación con ellos en el Infanta.

Gusanos de seda,  creo que hemos tenido la gran mayoría de nosotros, era típico ver las cajas de zapatos con unas cuantas hojas de morera dentro y los gusanos que las devoraban a todas horas, tenían un tacto finísimo e incluso algunos los metíamos en la boca.  Las hojas de morera las conseguíamos en los pinos o en algún árbol en las cercanías del Infanta, teníamos los gusanos súper cuidados y cuidábamos los capullos hasta que se convertían en mariposa, después ponían los huevos y ya no recuerdo que hacíamos con ellos, si los guardábamos para la temporada siguiente o los tirábamos, supongo que de todo un poco.

Gato, no recuerdo muy bien como lo encontré, pero un día me tope con un gatito pequeño abandonado, creo que fue en la zona de la leñera, detrás del frontón.  El gato necesitaba leche y con un frasco de cristal, algo de leche que conseguíamos de algún pinche o del Judío (Quinito), mas un guante, hicimos un biberón con el que poco a poco lo sacamos adelante.  En clase, al principio las pasaba canutas, ya que miagaba cuando tenia hambre y algunos profesores se mosqueaban bastante, pero como lo llevaba en un canguro, abría la cremallera y a “mamar se ha dicho”.  No recuerdo cuanto tiempo lo tuve, pero creo que no mucho, cuando pudo comer me parece que lo dejamos en el mismo sitio donde lo encontramos o en el campo de abajo, detrás de los pisos que era también zona de gatos.

El topo hambriento, habíamos ido a la sierra a jugar un partido de futbol contra un equipo de “peras” (pijos de aquella época) y aparte de que nos moríamos de envidia al ver su vestuario, chándal, botas, espinilleras, rodilleras, etc. todo de primera, frente a nuestro equipo bastante deteriorado, descolorido, con botas viejas, heredadas y con suerte de tu numero o de uno superior, etc., como decía, aparte de esto, nos estaban metiendo una tremenda paliza, en un lance del partido, alguien dio una patada al suelo levantando un terrón de césped y salió algo corriendo, automáticamente, fui a por ello y lo atrape, solicite a Fanegas el cambio y me fui a buscar algo donde guardar a un topillo.

Durante todo el domingo, fue la atracción de los huérfanos, le buscamos cuatro o cinco hormigas para que comiese,  por la noche, lo metí en mi taquilla en la zapatera y dentro de la caja.  A la mañana siguiente, lo primero que hice fue ir a verle y mi sorpresa fue mayúscula cuando vi. mi taquilla entreabierta, saque la caja y no vi al topo, si vi un “tachin”, lo agarre con sumo cuidado y de repente, escucho a Alcántara por detrás diciéndome, que había abierto la taquilla por la noche para ver como estaba y que como lo encontró frío y que opto por abrigarlo metiéndolo en un calcetín.  El topillo murió y a falta de necropsia, hay dos alternativas, bien por el olor del calcetín, bien porque (lo descubrimos en una enciclopedia) los topos tienen un metabolismo muy alto y necesita comer casi el doble de su peso por día.

Deja un comentario