“Urcki”, el Equilibrista

TITULO “Urcki”, el Equilibrista
AÑO 1955-1964
PROTAGONISTAS Angel Urruchi Illana
AUTOR Angel Urruchi  y Laureano González

Angel Urruchi Illana

La falta de conocimiento acerca de lo que se desea es un obstáculo a vencer cuando alguien se plantea un proyecto de vida. Cuando se marca un objetivo se debe tener claro lo que se quiere, lo que se persigue y lo que se pretende. Solo de esta forma se puede saber si se va por buen camino o si falta mucho o poco. Comenzar a desarrollar un proyecto de vida sin tener bien definido el rumbo, es divagar, es ir de un lado a otro sin la satisfacción del deber cumplido y la alegría de los objetivos marcados. Ángel Urruchi Illana, ha sabido superar los obstáculos y las zancadillas que el destino le ha ido deparando, sobreponiéndose a la carencia de afectos y de libertades, sobreviviendo a necesidades perentorias, encajando golpes e incomprensiones, hasta llegar a realizar sus sueños de juventud. Se ha forjado a si mismo siendo su propio maestro. Habrá quien le imagine como un hombre huraño y asocial, siendo todo lo contrario, es afable, servicial y amigo de sus amigos, sobre todo si estos han estado, como él, en algún colegio de huérfanos de la Guardia Civil. 

Nacimiento y orfandad

Lejos estaba de imaginar aquel espigado chaval, nacido en Talavera de la Reina (Toledo), el 27 de agosto de 1945, lo que le tenía reservado el destino. Su madre (siendo muy joven) y él (contando con cuatro años de edad), perdieron al gran amor de sus vidas. En la vida, sin duda, se produjo una realidad estremecedora, apareciendo el dolor y el sufrimiento, la ansiedad por un futuro no resuelto y la soledad que la machacaba. Pero en el hijo, las circunstancias fueron mucho más adversas… Sintió un vacío interior que no logró comprender, que dificultó el desarrollo de su vida social y de su conducta. No logró superar la falta de su padre porque necesitaba de sus consejos, de sus caricias fraternales y de su seguridad.

En su pueblo natal estudió Primaria y finalizó Ingreso. También hizo su primera comunión. Para una madre el mayor anhelo es su egoísmo por poder contar a cada momento con la presencia de su hijo, sin embargo, debían prevalecer su instinto y su obligación maternal, que le aconsejaban que el niño precisaría de conocimientos y educación para el futuro que solo un buen colegio podía proporcionarle. Con estas premisas, el día 1 de noviembre de 1955, su abuela materna, con el niño cogido de la mano, acudió a la estación de ferrocarriles de Talavera, para entregárselo a un «picoleto», que sería el encargado de su custodia hasta el pueblo de Zafra, en la provincia de Badajoz, donde se encontraba el colegio de huérfanos de la Guardia Civil «San Luis Gonzaga».

 

Angel Urruchi Illana

Angel Urruchi Illana

“Zafra”, cruel pasado

Una vez llegados al lugar de destino, el trayecto desde la estación hasta el colegio lo hicieron en una diligencia tirada por dos caballos. Nada más convertirse en alumno (de hecho pero no con derechos), fue recibido por el «Macho», (apodo con el que se conocía al director que regía el centro). Lo primero que le hicieron fue confiscarle todos sus bienes, es decir las 55 pesetas que portaba. Era una premisa del orfanato abrir a cada alumno una cuenta anti-dispendios para administrar sus emolumentos, con el fin de aportarle cada domingo ¡¡nada más y nada menos que la no despreciable cantidad de una peseta…!! Acto seguido le incluyeron en Preparatorio… De nada le había servido el tener aprobado el Ingreso, ya que era una costumbre generalizada que le era aplicada a todos y a cada uno de los que llegaban con 10 años cumplidos. 

San Luis Gonzaga de Zafra

Le bastaron unos pocos minutos para percatarse de la clase de infierno en el que le habían internado. No habían transcurridos dos meses, cuando su madre se desplazó a Zafra para estar cerca de su hijo. Se puso a trabajar como sirvienta en la casa de un medico, con el objeto de permanecer junto a su querido hijo los domingos. Si bien, cuando llegaba la hora de la despedida, la tristeza de la separación envolvía a ambos. Gracias al suministro semanal que su «vieja» le administraba, (queso, chorizo, chocolate, caramelos, etcétera), lograba animarse un poco, ya que ¡¡las penas con pan son menos penas!!… Al regresar al colegio, Ángel, consciente del hambre que allí todos pasaban, compartía generosamente sus provisiones con los amigos más allegados. Esa felicidad de los fines de semana, teniendo a su lado a su madre, le duró bien poco. En sus primeras vacaciones, madre e hijo se fueron para Talavera. Cuando llegó la hora de regresar para comenzar el nuevo curso escolar, se enteró que se iba solo, ya que su madre había decidido permanecer en Talavera. No obstante, su vuelta al colegio la hizo resignado, incluso con alegría, ya que volvía a Zafra con la inocente ilusión de reencontrarse con sus compañeros, a los que había cogido mucho cariño en tan solo unos pocos meses de convivencia. Además era consciente de que el infortunio les afectaba a todos los huérfanos sin excepción y no solo a él.

Aquellos años en el orfelinato se le hicieron eternos. Los chavales estaban hacinados y las instalaciones eran lúgubres y tenebrosas. La higiene más elemental brillaba por su ausencia, hasta tal extremo de que para hacer las necesidades tenían que permanecer erguidos y sin sitio para poner los pies. El retrete, al no disponer de cisterna ni de agua corriente, rebosaba excrementos por doquier…, hasta el punto de que tenía que venir un pobre hombre que, con la ayuda de una pala, un cubo y una carretilla, procedía a la retirada de las deposiciones y al adecentamiento de aquella pocilga. Los chicos mayores, a partir de los 11 años, iban a dormir al «Palacio» (nombre con el que se denominaba a una dependencia del castillo). En aquel lugar, gracias a Dios, si había un váter, que disponía de cisterna y desagüe. También había dos cantaros conteniendo agua y dos palanganas para adecentarse los más de veinte chavales. El invierno era tan frío que hacía que el agua de los cántaros se helara, por lo que no fue necesario reponerlos nunca, ya que no se utilizaron.

La medicina profiláctica, orientada a la prevención de enfermedades o surgimiento de infecciones, brillaba por su ausencia en el «San Luis Gonzaga». Por el contrario, proliferaban todo tipo de miserias: cucarachas, piojos, garrapatas y chinches en los colchones y muelles de las camas (que chupaban a las criaturas la poca sangre que les quedaba). Además de estar la mayoría con forùnculos, grietas y sabañones. Si alguno sufría de las amígdalas, era intervenido por el peluquero con unas tenazas. Se dio el caso de que hubo una infección de paperas y los que las padecieron se curaron solos sin tratamiento medico alguno…

“Zafra”, cruel pasado

Angel Urruchi Illana

Urruchi, debido a sufrir de incontinencia urinaria (pérdida del control de la vejiga), se miccionaba casi todas las noches en la cama. Al levantarse, se ponía el pantalón encima de los calzoncillos mojados, secándolos con el calor del cuerpo. Aquellas circunstancias motivaron que tuviera las ingles llenas de eczemas. Pero algo sucedió un desgraciado día, el “Macho”, (engendro cruel, estafermo, despiadado e inhumano), por el simple hecho de enterarse que el niño se había orinado en la cama, le aplicó una soberana paliza, vapuleándole sin piedad y dejándole secuelas para toda su infancia, tal es así, que durante mucho tiempo tuvo marcada en sus retinas la imagen de aquel maltrato físico y psicológico, sintiéndose infausto y miserable por la injusticia padecida. Tanto llegó a odiar a aquel “monstruo”, que fervorosamente en sus plegarias, todas las noches, rogaba y deseaba la muerte repentina de aquel esperpento, maltratador de niños desvalidos. Deseo que se cumplió, justo un año antes de cerrarse definitivamente el colegio. Atrás había quedado una aciaga etapa de su vida que quisiera enterrar, olvidándola para siempre, ya que solo le hace rememorar días de hacinamiento, hambre, malos tratos, castigos, injusticias y un interminable etcétera de circunstancias desfavorables. No obstante, su maridaje con la Benemérita y su deseo de que no se repitan estas vicisitudes tan adversas, le obligan a concatenar momentos malos y buenos para no faltar a la verdad de lo que fue su sino en los dos colegios de dicha Institución en los que estuvo.

Infanta, una esperanza

 

famosas croquetas

famosas croquetas

A finales de septiembre de 1959, siendo las catorce horas, el autocar del colegio (“El Arca”), trasladó desde la Estación de Atocha hasta el recinto del “Infanta María Teresa”, a los 10 ó 15 alumnos que por diferentes razones se tuvieron que Zafra (en el caso de Ángel, quedar a pasar el verano en por haber suspendido alguna de las asignaturas de 2° de bachiller y que aprobó en septiembre). Los chavales, “que tenían más hambre que el perro de un gitano”, nada más llegar fueron conducidos al comedor de los pequeños. Les pusieron algún aperitivo circunstancial, la cocina ya había cerrado, para comer…, “en Zafra nos echaban de comer” murmuraba Urruchi, mientras daba cuenta de las famosas croquetas que en abundancia les sirvieron en una fuente. Pensaron que la bandeja era para todos, pero, cuando observaron que continuaban llegando más fuentes repletas, no se lo creían… ¡¡Les pareció hallarse en el Paraíso!! 

Cuando llegó la hora de distribuir por clases a los alumnos surgió un grave problema. Eran demasiados los llegados de Zafra a los que les correspondía pasar a tercero de Bachiller Elemental: (Crespo, Torres, Luiso, De Las Casas, Anselmo, Corral Varela, Ávila, Estébanez Cañizo, Abelleira, Mellado, Rosellò, Mosteiro, Urruchi, y posiblemente alguno más…) La Dirección del colegio, para prevenir tal masificación en un solo aula optó, aleatoriamente, por repartir a los recién llegados entre Bachiller Elemental y Bachiller Laboral. De tal forma, que a Urruchi, le trasladaron a primero de Bachiller Laboral, curso que iba a compartir, entre otros, con: (García Blanco, Contreras, Barranco, Gautier, Palomar De Jesús, Mochón, Pocholo, Villaverde -el menor-, Serafín, Pedro Javier -el pato-, Ismael Montero Argudo, Ruiz Calvo, Ángel Varela, Vives Alcozer…), etcétera.

En el Infanta

Superó los tres primeros cursos y, estando inmerso en los estudios de cuarto, un buen día leyó, en la sección de ofertas de trabajo, de un periódico de Madrid, que necesitaban soldadores con la categoría profesional de oficiales de segunda, para la empresa «Mundus-Construcciones Metálicas”; por lo que hizo, por su cuenta y riesgo, las pruebas oportunas. Su sorpresa fue mayúscula cuando, a la semana siguiente, recibió una carta, en la que le notificaban que urgía su presencia inmediata en la empresa por haber sido seleccionado para empezar a trabajar. Henchido de felicidad y sin caber en sí le mostró la carta recibida a D. Julián (profesor de forja y soldadura). Al leer aquello el profesor, emocionado, agarró la mano del alumno y le llevó hasta el despacho de D. Andrés Jaque (director de Laboral y Talleres). Cuando el director quedó enterado de la grata noticia, se sintió inmensamente orgulloso y le profirió las siguientes palabras: “Y ahora, ¡¡venga a trabajar!!”, al tiempo que daba las instrucciones pertinentes para que le suministraran un reloj-despertador y para que en la cocina le prepararan diariamente un bocadillo para llevárselo al trabajo. Se tenía que levantar a las 5 de la mañana para estar en el lugar de trabajo a las siete, haciendo jornada intensiva hasta las tres de la tarde. Era el mes de diciembre y pasó un frió que pelaba. Por las noches regresaba al colegio para cenar y dormir. Cada día (durante los dos meses que le contrató la empresa) se lamentaba de la mala hora en que se le ocurrió la idea de ir a pasar las pruebas.

Al finalizar el contrato y ya de vuelta a la disciplina escolar, se enroló en Actividades Diversas, donde realizó un curso de tres meses en Formación Profesional acelerada de cerrajero soldador. Allí se encontró con otros alumnos, bastante mayores que él, que venían del exterior. Estuvo de ayudante, junto con el “Melilla”, de D. Julián, para enseñar a soldar a los anecdótico, relata Ángel: participantes. Como dato “Medio siglo más tarde, a la hora de arreglar la documentación necesaria para solicitar mi jubilación, me encontré con la sorpresa de que los tres meses trabajados en la actividad de cerrajero soldador, ayudando a D. Julián, habían sido declarados a Hacienda, lo que quería significar que había percibido tres meses de nomina en la empresa “Capitan Cortes”… ¡¡Joder, y yo sin ver un duro…!!”

Aprovechando que el Sr. Garchitorena (teniente coronel de Estado Mayor Central y profesor de matemáticas de Talleres) había recomendado, en mayo de 1964, a Pepe Camúñez Hernández, para un posible trabajo, Urruchi le acompañó hasta las oficinas de Maquinaria de Obras Publicas, simplemente “por si sonaba la flauta por casualidad”… Y así fue, al final les contrataron a ambos. Recorrieron España de punta a punta, con la misión de observar si los planos de la red de carreteras, (cuyo aspecto por aquella fechas era lamentable), habían sido respetados; así como para realizar algún que otro trabajillo de soldadura. “¡¡Un verdadero chollo!!” comenta Ángel. El sueldo era de 1.500 pesetas mensuales, a las que había que añadir otras 300 diarias de desplazamiento. Hubieran hecho carrera en la susodicha empresa si “D. Pepe” no se hubiese enamorado como un colegial de la mujer de su vida (Encarnita)… Todo tiene su explicación: Cierto día el ingeniero jefe, (Sr. Morón), llamó a Camúñez, para decirle que tenía que ir a Talavera de la Reina. Camúñez, que estaba enamorado hasta los tuétanos, respondió al ingeniero que el no iba. El ultimátum del Sr. Moron no se hizo esperar: “¡¡Si no vas estás despedido!!”. La reacción de Pepe fue inmediata y sin mediar palabra alguna, directamente, se fue a lavar las manos. Cuando Urruchi vio a su compañero le preguntó: “¿adonde vas?”, “¡¡Que me voy!!…, respondió Camúñez, y procedió a darle las explicaciones que le habían obligado a adoptar tal decisión. Al enterarse de lo acontecido, Ángel le espetó: “¡¡Si tú te vas, me voy yo también!!”… Y se fueron los dos, juntos como lo había hecho a la llegada, un mes antes.

Servicio militar como voluntario

Estuvieron holgazaneando y “viviendo del cuento” hasta que, en el mes de diciembre de 1964, el Sr. Garchitorena, les metió en el Ministerio del Ejercito, para cumplir el servicio militar con carácter de voluntarios. Previamente intentaron el ingreso en la Guardia Civil, pero, debido a que Pepe Camúñez no daba la talla, optaron por el Ejército. A Urruchi le asignaron servicio de armas como gastador y a Camúñez, como consecuencia de su profesión de ajustador, le destinaron a la zapatería… ¡¡Qué cojones había en el Ejército!!… ¿Sería para ajustarse los zapatos?… El caso es que, Ángel, durante el tiempo libre que dispuso durante la “mili”, se colocó en una cristalería, pudiendo ahorrar 3.000 pesetas. Dinero que le serviría posteriormente para llevar a cabo una idea que tenía metida en su cabeza.

De turista a emigrante

Finalizado su servicio militar y merced a las 3.000 pesetas que tenía ahorradas, un día cualquiera del mes de mayo, se fue hasta la Estación del Norte, para coger un tren con destino a Hendaya. Allí hizo trasbordo, (por motivos del diferente ancho de vías entre España y Francia), a otro tren que le transportaría hasta Paris. Nada más llegar, dejó la maleta que llevaba (de su interior se desprendía un fuerte olor penetrante a la tortilla que le había preparado su madre y a chorizo) en consigna y, acto seguido cambió las pesetas por francos (3.000 pesetas=a 350 francos). Después, se puso a deambular por las calles, ensimismado y embriagado por las bellezas que le ofrecía tan maravillosa ciudad de la que se enamoró nada más pisarla. Tanto es así, que hasta se olvidó de que no había comido. Era de noche y, cuando paseaba por el barrio Pigalle, exhausto de tanta caminata, optó por sentarse en la terraza de un bar para degustar una refrescante cerveza… ¡¡La cerveza mas deseada de toda su vida, la noche de Paris…!! y pisando la place Pigalle, una de la zonas más turísticas, la meca del entretenimiento, de la fiesta y de las locas noches parisinas.

Exhausto por la caminata y por el hambre que tenía, se acordó de la tortilla que guardaba en su maleta, por lo que decidió regresar a la estación. Cada persona a la que le preguntaba: «S’il vous plait monsieur, la estación”…, gabacho que le miraba con cara de extrañeza y moviendo la cabeza negativamente le respondía: “Je ne comprends pas”, por no comprenderle, ya que Urruchi no tenía ni puñetera idea de, primero, que estación en francés es “gare”, y segundo, que en París había cinco estaciones y el talaverano no sabia a cual de ellas había arribado.

Prosiguió la búsqueda por su cuenta y fue entonces cuando empezó a percatarse que hasta aquel día su vida había transcurrido como la de un niño. Había seguido la constante de dejarse guiar, primero por su madre, después por los colegios y por último por los mandos de la “mili”. Ahora, se encontraba solo, pero que muy solo. Aburrido se fue a otro bar, pidió un bocadillo y otra cerveza. El camarero al escuchar su acento le preguntó. ¿Eres español?… Sintió una inmensa alegría y aun recuerda a aquel ángel de la guarda. Gracias a que el garçon le explicó donde tenía que coger el metro que le transportaría hasta la estación que buscaba (por cierto en el tique de consigna que le habían dado constaba la dirección: Gare Austerlitz). Así mismo le informó de que había una Iglesia española en la Rue de la Pompe donde podrían darle cobijo durante un cierto tiempo.

Se pasó toda la noche en un banco de la Estación de Austerlitz, esperando la apertura de la consigna. Cuando por fin pudo recuperar su maleta, lo primero que hizo fue hincarle el diente a la tortilla española que con tanto amor le había preparado su madre, además de zamparse a bocados el “chorizamen”. Antes de salir de la estación, se informó del precio del billete Paris-Madrid, por si las moscas y se gastaba el poco dinero que le quedaba. Encaminó sus pasos a la dirección que le había proporcionado el camarero español, es decir hacia la Iglesia de la Rue de la Pompe, donde le dieron cobijo. Uno de los representantes del Señor le explicó que sin contrato de trabajo, regulado por el Ministerio de Trabajo de España, no podría quedarse en Francia más de tres meses (es decir el tiempo que le permitía su visado de turismo). Al día siguiente, el cura le dijo que buscaban a alguien para hacer limpieza en la “Perfumeri e Freddy”, y allí se presentó al día siguiente. Al no entender el idioma de la «madame», Vanessa, una chica de nacionalidad suiza que trabajaba allí y que hablaba perfectamente español, hizo de intérprete y le explicó todo lo que tenia que hacer: Llegar a las seis y media de la mañana, para que a las nueve, todo estuviese en perfecto estado de revista. Trabajó dos días, por los que percibió 40 francos, y al finalizar su jornada al segundo día, la chica que le había servido de intérprete le dijo que ya no le necesitaban ¿…? Al observar “Vane” la cara de tristeza y la impotencia de Urruchi, le dijo: “Necesito a alguien para que haga la limpieza de mi casa. Espérame a las diecinueve horas en la puerta de la perfumería«. Y con ella se fue, cogieron un tren de cercanías y se trasladaron a su apartamento. Se tomaron un aperitivo y estuvieron hablando hasta muy tarde. Pasó la noche en un sofá y al día siguiente ambos se dirigieron a Paris, (ella para su lugar de trabajo y él hacia la Rue de la Pompe). Al llegar a la Iglesia le informaron de la fatal noticia: “Señor Urruchi, como le informamos el día que entro en nuestro hogar, la hora máxima de llegada son las 21 horas. Aparentemente usted encontró un lugar donde pasar la pasada noche, así es que háganos el favor de recoger su maleta y liberar su cama”. Y así lo hizo, cogió su maleta y de nuevo puso rumbo hacia la Gare d’Austerlitz. Depositó el equipaje en consigna, compró un billete París-Madrid, y, como el tren no salía hasta las diez de la noche se dirigió a la “Perfumería Freddy” para despedirse de “Vane”. La chica al verle le dijo: «Espérame a las diecinueve horas». Se dejó llevar de nuevo y el resultado fue… Que perdió el tren y lo que hizo fue retirar su maleta de consigna definitivamente.

La precariedad más absoluta le hizo buscar trabajo y de lo que fuera. Encontró algunos con los que ir subsistiendo. Así, por la noche trabajaba de lavaplatos en un restaurante y de día lo hacía en una librería haciendo y llevando paquetes. La cuestión era: ¿Cuándo dormía?… Vivía en un “sinvivir” hasta que cierto día, una amiga de “Vane”, emparentada con el dueño de la fabrica «Les Piles Wonder», sita en la ciudad de Vernon, a 80 Kms de Paris, le recomendó a su familiar. Allí le dieron trabajo, en el servicio de mantenimiento, y le hicieron la carta de residente (sejour). Todos los fines de semana cogía el tren, hacia Paris, para pasarlos con “Vane”, hasta que un mal día de finales del mes de agosto, su amiga tomó la decisión de regresar a su casa de Ginebra. Uno de los ingenieros de la fábrica le informó que en la empresa “SNECMA” (Sociedad Nacional de Estudios y Construcción de Motores de Avión) necesitaban soldadores. Se dirigió a la susodicha empresa, le hicieron las pruebas pertinentes, y, al resultar satisfactorias, le ofrecieron trabajo. ¡¡De nuevo regresaba a París!!
En la fabrica, durante sus ratos libres, se hizo sus primeras armas o instrumentos de trabajo (puñal, espada, y sable), con los que comenzó a entrenar sus números de equilibrista. Cuando consideró que ya estaba preparado para ello, se fue a uno de los cabarets de Paris, «La Parisienne», a pasar una audición o prueba. A los propietarios les encantó y le contrataron para actuar a partir de las 2´30 horas de la madrugada. Diariamente se tenía que levantar a las seis para ir a trabajar a la fábrica y de madrugada el “curro” lo tenía en el cabaret… Como es obvio, el cuerpo lo tenía destrozado por falta de descanso. Tuvo la fortuna de encontrar dos cabarets más para compaginar sus números de equilibrio y de esa forma abandonar definitivamente la fábrica.

Conoció a su primera mujer, con la que tuvo dos hijos. Cinco años más tarde decidieron divorciarse. En noviembre de 1974, Tavel Et Maruani, uno de los más importantes agentes de espectáculos de Paris, fue a verle a un pequeño restaurante, en el que después de la cena hacían un espectáculo «La Main Urruchi, los demás se limitaban a au Panier», el único numero visual era contar chistes o imitar a personajes conocidos de Francia. Por aquella época hacia el numero de las espadas en cuatro o cinco pequeños cabarets por noche. Pagaban entre 40 y 70 francos por actuación, (el franco estaba aproximadamente a 13 pesetas,). A Tavel le encantó su actuación, habló con él, y puede decirse que, desde aquel instante, dio comienzo, profesionalmente, su vida artística. Pudo dejar los pequeños cabarets de Paris y empezaron a llegarle importantes contratos.

Profesionalización del artista

 

En su dilatada vida artística tuvo que alternar pequeños contratos con otros de mayor duración. Las buenas ofertas consistían en la firma de contratos por las temporadas, las cuales dependían de la idiosincrasia de los diferentes países y de las peculiaridades de las salas de fiestas. De manera, que unas empezaban en abril o mayo y duraban hasta noviembre o hasta fin de año. En Tenerife, por ejemplo, las temporadas no tenían fin. Lo cierto es que nunca le faltó el trabajo que tanto le gustaba y que le hacía sentirse feliz.

Su primer gran contrato, de un mes de duración, fue en el «Pussy Cat Saloon» de Ginebra y, ¿cómo no?, al ser la ciudad de residencia de Vanessa, se puso a buscarla como un loco y con gran ilusión estuvo indagando por doquier hasta que, gracias a las páginas amarillas de la guía telefónica, pudo contactar con la madre. Dicha señora le informó que Vanessa había contraído matrimonio y que era madre de un niño. La noticia, por lo inesperada, supuso una gran decepción, que superó por la alegría de que iba a seguir con sus actuaciones en Suiza durante tres meses más, concretamente en el «Cabaret Terrasse» de Zurick, en el «Moulin Rouge» de Ginebra y en el «Casino Kursal» en Lugano.

Al regresar a Paris, firmó contrato con «Le Paradis Latin», donde hizo la temporada hasta noviembre. En la capital parisina conoció a Florence, (bailarina del Lido), que dos años mas tarde iba a ser su segunda esposa. Como era del gremio, pensó que seria más fácil la vida en común por el hecho de trabajar juntos. Sin embargo, la realidad fue bastante distinta, ya que ella seguía de bailarina en el Lido, mientras que a él le enviaban de un lado para otro, y así un mes, dos meses, tres meses sin verse… El matrimonio duró dos años. “¡¡Segundo y ultimo divorcio!!” se dijo…

De nuevo recorriendo mundo con sus actuaciones. En Alemania, trabajó en el «Hansa Theater» de Hamburgo y en el «Kilisberg Theater» de Stuttgart. En Italia, lo hizo en el «Casino de San Remo», en «Le Paradis» de Roma, en el «Casino de Campione», en el «Astoria Club» de Milán y en «Il Molino Rosso» de Turín. En el Principado de Mónaco, actuó en el «Casino de Monte Carlo» y en un cabaret de la misma localidad.

Otra vez en casa (Paris). Formaliza contrato con «La Nouvelle Eve» por dos temporadas. Allí conoció, dos meses antes de finalizar el contrato, a una bailarina, Joselyne, que le gustó un montón. Si bien el idilio se tuvo que postergar, por tener que irse de gira a Japón, durante tres meses, con una revista del “Moulin Rouge”. Además de en el País del Sol Naciente, realizó actuaciones en otras ciudades como: Tokio, Osaka, Sapporo, Niigata, Senday, Kioto, Atami, etcétera. La duración de su visado era de tan solo tres meses y como no podía permanecer por más tiempo, simultaneó sus actuaciones con un par de contratos de televisión y 15 días en un cabaret. Cuando transcurrió el mes, regresó a Japón, donde permaneció otros tres meses más. Fue durante su estancia en dicho país donde adquirió su nombre artístico que, sin lugar a dudas, se lo “inventaron”, sin querer, los japoneses. Hasta entonces se había hecho llamar «Urr-Uchi”, pero por motivos de la pronunciación los nipones lo presentaban diciendo «Urukiii«… Y, como a Ángel le pareció gracioso, terminó por adoptar el seudónimo de “Urcki”.

Finalizada su gira por los países asiáticos y de vuelta a Paris, firmó un nuevo contrato. Esta vez con el “Crazy Horse” y donde se reencontró con Joselyne. Todo lo que pudiera trabajar con sus actuaciones en Paris le venían fenomenalmente, ya que así tenía la oportunidad de pasar todos los miércoles con sus hijos, a los que nunca abandonó y a los que amaba sobre todas las cosas. Sobre este tema Urruchi comenta: “Cuando estaba fuera de París, mis hijos venían a pasar las vacaciones de verano conmigo, estuviese donde estuviese. En cambio, por las Navidades o cumpleaños, fueron raras las veces que estuvimos juntos. Mi oficio era un trabajo de ensueño, pero como contrapartida me imponía una vida familiar caótica”. A Joselyne la incluyó en el numero de las espadas como partenaire, de esa manera no se tenían que separar. Vivieron y viajaron juntos once años y al cabo de dicho tiempo decidieron casarse… Pero una vez más, pasaron otros dos años y decidieron divorciarse. Angel sentenció: “Mi tercer y último divorcio… ¡¡Pero esta vez seguro que es el último!!”.
Continuó con sus actuaciones. En esta ocasión en el «Cirkus Cirkus» de Las Vegas, (la ciudad más grande del estado de Nevada en Estados Unidos). Estando trabajando en Las Vegas y siendo el mes de agosto, su hija le anunció que se casaba en septiembre y que tenía que ser su padrino. Aquel era un asunto muy difícil de solucionar, ya que toda la publicidad se había enviado a los «tour operators». No obstante, buscó un “entente cordiale” con el director artístico, al que le dijo que necesitaba de una semana para acudir a la boda de su hija. Por toda respuesta obtuvo una negativa, advirtiéndole que había un contrato firmado y, que en el caso de que se rompiera unilateralmente, la otra parte tendría que abonar como indemnización la cantidad que restaba y que se había acordado en un principio, es decir, muchísimos dólares. No tuvo más remedio que resignarse y admitir que su lugar de padrino lo ocupase su hijo para llevar a la hermana al altar…

Prosiguiendo la gira americana. Actuó en varias ciudades de Argentina: Buenos Aires, una temporada en el Teatro “Tabaris”, varias actuaciones en televisión y una gira por la zona veraniega; Mar del Plata y varias poblaciones más. Contrato de televisión en Chile; en Río; en México, Distrito Federal, adonde fue una primera vez con el “Crazy Horse” con un contrato de seis meses (posteriormente regresaría durante los meses de junio a noviembre del año 2000).

A su regreso de América y hallándose en París, se encontró con una persona especial para él y de la que dice: “Es mi vecina de la casa de enfrente, ligeramente mas joven que yo y soltera. Llevamos 14 años viviendo juntos…, pero esperaré otros 14 para ver si merece la pena casarse de nuevo, ¡¡mejor dicho de viejo!!…”

También tuvo el gran placer de actuar en el Oriente Medio o Medio Oriente, que, aunque es geográficamente parte de Asia, es usualmente considerado una región separada al menos en lo relativo al turismo. Así como en varios territorios del continente africano: Siria, Damasco, Irak, Bagdad, Líbano, Israel, Argelia (donde intervino en varias galas para Total-Televisión), Casino de Nairobi, África Austral, Sun City, etcétera.

Durante el año 1985 realizó un crucero de tres meses de duración, (en el trasatlántico «Danae», de la compañía “Costa Line”), en el que dio la vuelta al mundo. Tenía que ofrecer un espectáculo distinto cada semana, por lo que se vio precisado a partirse el cráneo para lograr aquel logro. Fue en dicho crucero donde presentó por primera vez su número cómico del WC. Obtuvo tan extraordinario éxito con el referido espectáculo, que le sirvió con posterioridad pudo acordar un montón de buenos contratos.

Para el número cómico del váter, buscó en un mapa el nombre de alguna ciudad inglesa que le sirviera de seudónimo para patentarlo. No encontró ninguna que le convenciese cuando, de repente, pensó en Bilbao… Y de ahí surgió lo de “Billy Bao”. Lo creó en 1984 y se lo quedó en exclusiva, para lo cual procedió a inscribirlo como derecho de autor en la SACEM, al igual que otros sketches. Es miembro de esta sociedad y cobra los derechos de autor derivados de sus obras. En la actualidad, al haber transcurrido más de 20 años cualquier artista que lo desee puede copiárselo, si bien con el deber y la obligación de declararlo previamente a la SACE.

“En el año 1987 firmé mi primer contrato para la temporada entera en el «Gran Palace» de Lloret de Mar”… “A partir de aquí, continúa diciendo Ángel: no he parado de actuar en mi querido país”… Salas de Fiesta de: «Benidorm Palace», “Aloha Hawaii» de Puerto de la Cruz, «Casino de Ibiza», «La Escala” de Barcelona y de Gran Canaria «Casino de Torrequebrada» de Benalmádena Costa… Estas salas de fiesta mencionadas las hizo varias veces por la temporada entera. En el mes de agosto acudían artistas españoles a actuar y con los que coincidió en diversas ocasiones, como: La Pantoja, Miguel Bosé, Gila, Moncho Borrajo, “El que perdió su carro que ahora no recuerdo su nombre”…, (dice graciosamente Urruchi, refiriéndose a Manolo Escobar), etcétera. También efectuó actuaciones para diversas cadenas de televisión españolas: “Sábado noche”, “El Gran Wyoming”, “El mundo loco de los payasos”…, y un par de ellos más que no recuerda.

Hubo un contrato que nunca realizó y si bien le hubiera encantado formalizar, hay situaciones injustas a las que uno no puede ceder. Sucedió allá por el mes de mayo de 1975 ó 1976. Le surgió la oportunidad de actuar por primera vez en España, concretamente en la Sala de Fiestas del «Florida Park», sito en El Retiro de Madrid. El contrato ya estaba firmado por la directiva de la sala y únicamente faltaba estampar su firma a Urruchi. Cuando acudió a la oficina de Tavel (su agente artístico), éste le pidió el pasaporte para hacerle el contrato de trabajo en España. “¡¡No necesito contrato de trabajo por que soy español!!”…, respondió Ángel. Su agente entonces llamó inmediatamente a Feijo y Castilla (agente artístico español), para informarle al respecto, y, tras un par de minutos de diálogo, Tavel colgó el teléfono para decirle a su representado: «Hay un pequeño problema. Me acaban de decir que como tú eres español, las condiciones del contrato cambian y la empresa “Florida Park” no pagará la suma acordada en un principio. Hay que hacer un nuevo contrato, en el que habrá una rebaja sustancial de la tercera parte…” Aquella noticia le sentó fatal a Urruchi, considerándola una cerdada, no obstante, supo reaccionar de inmediato para decir: «Qu’ils aillent se faire enculer…» (que en castellano cervantino viene a significar: «Que se vayan a tomar por culo»). A título personal puedo decir que, aunque la cantidad económica acordada en primera instancia en el contrato, no quiere el interesado que sea revelada, si puedo desvelar que era treinta y seis veces superior a la que un servidor percibía en aquellos tiempos como funcionario del Estado, es decir, que hubiera ganado en un mes lo que yo en tres años. El caso es que en el lugar de Urruchi llevaron a Robert Farlow, que interpretaba un numerito cómico parodiando a James Bond. En cada contrato existe una cláusula bilateral de prueba por tres días…, y a los tres días echaron a su sustituto. El agente parisino de Ángel le llamó para decirle que la empresa «Florida Park» estaba dispuesta a reconocer el primer contrato ofrecido… Pero ya era demasiado tarde, porque había tomado la decidido, por su propia cuenta, de firmar para toda la temporada con «La Nouvelle Eve».

Como cualquier otro ciudadano normal, la jubilación se la concedieron a la edad de sesenta y cinco años. Percibe una muy pequeña cantidad de la hacienda española, siendo su homónima francesa la que le aporta la principal remuneración. No obstante, en otros países en los que estuvo trabajando y en los que declaró sus emolumentos preceptivamente, le compensaron con una única contraprestación por no reunir los requisitos de temporalidad trabajados en ellos.

U13

4 respuestas a “Urcki”, el Equilibrista

  1. Juan jose dijo:

    Ángel soy titi, hijo de Cecilia. Nos tratábamos como familiares y te veíamos constantemente mente en Paris. Cuantas veces te hemos recordado con mis hermanos, Mario y Paquito. Un abrazo muy fuerte primo pues, así nos consideramos siempre. Tú madre, Piedad, es la madrina de Paquito, mi hermano.

  2. José María Portillo Cabezas dijo:

    Hola primo. Que pena no haber disfrutado de tu arte y sobre todo tu compañía. Te recuerdo con cariño y tengo presente en mi recuerdo esas fotos de cuando de niños jugábamos allí en Talavera. Eres un fenómeno. Un fuerte abrazo

  3. Miguel Angel Barroso Lanza dijo:

    Angel, fuiste, eres y serás siempre un crack.
    En el colegio eras uno de los mas populares y le caías bien a todo el mundo; con el tiempo y debido a tu carácter y no solo a tu habilidad, conseguiste triunfar plenamente en lo que te propusiste y, ahora, de digamos «menos joven», sigues siendo un tipo genial.
    No me perdonaré el no haberme enterado de tu presencia en el «Aloa Hawaii» del Puerto de la Cruz, viviendo yo tan cerca, pero el habernos reencontrado de mayores, compensa lo anterior.
    Espero seguir disfrutando de tu compañía en esos encuentros que solemos hacer cada año, hasta que la salud nos ponga en el banquillo.
    Un abrazo amigo-compañero.hermano.

  4. Anónimo dijo:

    Gracias Laureano por tu enorme trabajo, pero sigo pensando que es demasiado honor y no creo merecer aparecer en esta pagina al lado de tan ilustres personajes. Me pasé la vida vendiendo viento .

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