1977 Sangre, Sudor y Arena

TITULO Sangre, Sudor y Arena
AÑO Siempre
PROTAGONISTAS Todos
AUTOR Juan Manuel Orozco

A raíz de una fotografía colgada en Facebook por nuestro hermano Pablo Sánchez Rodero, tomada desde el Parque Móvil de la Guardia Civil, en la que podemos apreciar el estado actual de lo que fue un día “el glorioso campo de futbol del Infanta”, me han entrado unas ganas enormes de escribir algo respecto al deporte en el Infanta. Hemos “picoteado” un poco de casi todos deportes en otros apartados, en el diccionario, en alguna aventura……, pero por derecho propio se merecen tener una historia particular y que una en un relato a la mayoría de los allí practicados.

Además el agravio cometido en nuestro campo, clama venganza, esto no puede quedar así, las hordas venideras de huérfanos y los “aprendices” de Guardia Civil de Tráfico, deben saber que donde hoy sestean automóviles lánguidamente de ocho a cinco, al sol ardiente del verano y se encojen bajo el frio penetrante de las noches del seco invierno de Madrid, antes, pero que mucho antes, unos chavales uniformados con equipación heredada y botas de segunda o tercera mano, que rara vez eran de tu número, hacían gloriosas gestas domingo tras domingo dejando en el terreno de juego un conglomerado que se componía de la arena propia del campo mezclada con sudor e incluso con sangre y alguna que otra lagrima, todo ello aderezado con algún que otro escupitajo, y todo ello para deleite de los propios jugadores y como no, de los espectadores formados en su mayoría por alumnos del Infanta o Guardias de Trafico en formación, que en la mayoría de las ocasiones vibraba por el buen juego exhibido por los huérfanos y en otras (las menos) se exasperaba impotente por ver como éramos incapaces de remontar un partido y ejercían el papel de desesperado padre/entrenador que nos faltaba.

Sangre1

Tenemos que dar marcha atrás, abstraernos de como es el ocio de la juventud actual y retroceder 40, 50 o incluso 60 años, tenemos que dejar el teléfono móvil, el ordenador, la Tablet y los 70 canales de televisión y recordar cómo nos divertíamos o pasábamos el tiempo en aquella época. Para los huérfanos un partido o la práctica de un deporte, era más que intentar encestar una canasta o meter el balón en una portería, el tiempo que duraba la contienda, era un paréntesis en nuestra vida, si jugabas contra otros huérfanos, el orgullo que da la victoria hacia que pasases todo el partido concentrado en ello, a un huérfano no le gustaba perder ni a las canicas, pero además, en ese momento, eras un chaval como otro cualquiera del mundo “exterior”, no tenías tiempo para echar de menos tu casa o para pensar que no tenías ni un duro para salir esa tarde, estabas únicamente concentrado en el juego. Si jugabas contra externos o gente de la calle, más de lo mismo pero con el aliciente de que aquí había que demostrar y en igualdad de condiciones quienes eran superiores, al menos físicamente, otra cosa era intelectualmente, ahí había de todo como en botica. Podía haber alguno de la calle bueno en algún deporte y de manera aislada, pero los huérfanos éramos imparables en grupo, ni que decir tiene que también cuando salía uno bueno individualmente, lo era con creces, en lo deportivo y en lo académico.

No es menos verdad que también había huérfanos que cuando estaban jugando un partido entre nosotros tenían “viajes astrales” y cuando les pasabas la pelota, tenías que darles un grito para que volviesen a la disputa terrenal, vamos, que apijotados o desinteresados de la práctica de deportes siempre hay en todos los sitios, siendo en ocasiones nosotros mismos los culpables al forzar a jugar a alguien que pasaba por allí simplemente para igualar el número de contendientes de ambos bandos.

También hemos de decir, que no todos estábamos llamados a ser buenos en los deportes y por eso había que diferenciar entre las pachangas que echábamos entre nosotros o los partidos que se celebraban contra otros colegios y con ficha federativa. Cuando no eras protagonista de un partido oficial, no había mejor entretenimiento que ser público, aunque salvo en ocasiones excepcionales (partido contra los juveniles del Madrid) no se podía decir que hubiese un buen aforo en las proximidades del campo de juego que hacía las veces de inexistentes gradas. El enemigo número uno en todas las contiendas, eran ni más ni menos que los del CHOE (Colegio de Huérfanos de Oficiales del Ejército), estábamos muy igualados y el pique era terrible, tenían mejor equipación que nosotros y unos vestuarios que eran nuestra envidia, además, sus chicas de la limpieza eran más guapas que las nuestras y merecía la pena ir a ver los partidos allí solo por verlas.

Sangre3

Pocas cosas tengo guardadas entre mis recuerdos para recriminar al Infanta como ente educativo, quizás si me preguntasen en aquella época, tendría una larga lista de quejas, lista que con la perspectiva que da la vida, seguramente se habrían ido descolgando la práctica totalidad de ellas. Al contrario, estoy muy agradecido por la formación que recibí y la familia que allí forme, pero me queda un pequeño resentimiento, un ligero escozor y es que quizás y por la época en que vivíamos no teníamos a alguien que nos aconsejase o enfocase nuestra vida hacia nuestras potenciales habilidades, quizás si lo hacían con los que sacaban sobresalientes en matemáticas y similares, pero no creo haberlos visto nunca con los que enviaban al destierro de talleres o con los que sobrevivíamos a trompicones en bachiller pero que éramos potencialmente validos en otras artes diferentes a letras y números. Lo digo porque tengo la enorme certeza de que con un poco más de ayuda en el tema deportivo, más de algún huérfano hubiera conseguido grandes metas o participado en grandes equipos o competiciones de alto nivel. Los que sobresalieron es porque el genio y figura que tenían, les salía a borbotones, pero quedamos (entre los que me incluyo) mucha gente con un enorme potencial y que no supieron ayudarnos a explotarlo, ni nosotros conseguimos sacarlo a flote. Insisto que es solo una pequeña espinita que tengo clavada, eso mismo nos podía haber pasado fuera del colegio de no haber sido huérfano y podría ser el mismo reproche que les hiciera a mis padres.

Intentare en este relato hacer un poco de memoria de los deportes que se practicaban en el Infanta y mi relación con ellos en los años que allí pase.

Tenis, el deporte fantasma por excelencia, dos preciosas pistas de tierra batida ubicadas en la parte trasera de talleres y con menos horas de rodaje que el suplente del señor Puertas, que ya es decir. Creo que llegue a usarlas un par de veces y a los quince minutos de estar agachándome cada dos por tres para recoger las pelotas o salir a buscarlas fuera del vallado, lo dejaba y no volvía en una buena temporada. Las pistas podrían haber pasado a la historia de los huérfanos más que por los partidos de tenis en ellas disputados, por ser testigos mudos de los enfrentamientos, batallas y limpiezas de honor que se dirimían “Detrás de talleres”, de los cigarros que empezaban a fumar los huérfanos adolescentes o de las fugas y retornos ilegales que se practicaban por el muro que había detrás de ellas y que hacía las veces de “puerta de servicio”.

Las tablas, deporte, deporte????? Quizás sin duda, así lo consideraba el Teniente Coronel Espinazo, quizás también podríamos llamarlo así porque se hacía con ropa deportiva, pero para los huérfanos…….!ay para los huérfanos¡ era una pesadilla un coñazo, nunca había pensado en mí Oviedo del alma, que podría llegar a odiar una clase de gimnasia y mucho menos a suspenderla cuando en Asturias estaba abonado al sobresaliente.
Se trataba de aprenderse un numero de ejercicios coreografiados sin moverse del sitio y que ponían en movimiento todas las extremidades del cuerpo, realizando flexiones o estiramientos acompasados de las mismas, se componían de grupos denominados “tablas” (creo recordar de la 1 a la 8) y cada una de ellas también con un numero de ejercicios (creo que 5) que se realizaban de manera sincronizada entre todos los miembros de la clase o del grupo de clases si se estaba realizando una exhibición al uso de la época, como se puede observar en la fotografía. La ejecución en grupo era más sencilla de llevar ya que siempre y ante la duda del ejercicio que tocaba, podías retrasar el comienzo para ver en los demás de cual se trataba, esto era susceptible de apercibimiento por parte del Espinazo, pero de manera más liviana que si arrancabas a la vez que todos pero con un ejercicio equivocado, cosa que también suponía mofa y sorna del resto de la clase. La ejecución individual y que se solía realizar en los exámenes, era más compleja, o te las sabias o tenías que confiar que alguien que no estuviese en el alcance de visión del Espinazo hiciese un pequeño gesto o una mirada indicando una parte del cuerpo que te llevase a deducir que ejercicio era el 4º de la tabla número 5º. No se borrara de mi memoria como antes de un examen de gimnasia repasábamos entre nosotros las “tablas”, aquello debía ser muy parecido al calentamiento de los bailarines de un ballet previo a salir a escena. Todo puntuaba o todo era susceptible de reproches, que si las manos tienen que tocarse por detrás, que si el ángulo de apertura de las piernas tiene que ser igual a “X”. Lo que si tengo que agradecer a las tablas y al Espinazo, es que gracias ellos, hoy, sé que ponerse de “cubito supino” es estar echado en el suelo mirando boca arriba.

Sangre2

Gimnasia en general, la cosa ya empezaba a ponerse bien, esto ya nos gustaba más, bueno para los que éramos agiles, ya que para el resto la cosa se complicaba. El resto al que me refiero estaba formado por chavales con problemas de sobrepeso, los negados de siempre para cualquier ejercicio físico y normalmente también los empollones, aunque de estos últimos solía haber brillantes excepciones, inteligentes y agiles, todo un lujo.
La gimnasia de la época, básicamente consistía en hacer determinadas pruebas, pasar por la escalera horizontal colgados de las manos, subir la cuerda hasta el techo, hacer ejercicios de espalderas y saltos con aparatos…….etc., aquí, es donde despuntaba yo, sobresaliente alto por supuesto.
La evolución de la gimnasia de tablas a la gimnasia “normal” iba realizándose en etapas, como el paso de la niñez a la pubertad y juventud, el comenzar en clases de gimnasia con los aparatos era un galón en la vida de un huérfano, un peldaño más escalado, un espaldarazo a que estabas haciéndote mayor, en definitiva, un paso más para dejar de ser un primario.
Lo primero de todo, las prácticas para usar el trampolín, sin aparato ni nada, a la colchoneta directamente y de cualquier manera, después, afinar un poco la caída con algo de elegancia, luego el plinto con sus volteretas, mas tarde se tomaba confianza y se hacia el exterior en su parte final, alternando también con el mismo salto en el potro y en el caballo…… y cuando el profesor te veía preparado o ya te ibas haciendo un chavalote, llegaba la hora de comenzar con los interiores, aquí la selección natural de especies dividía las clases en alumnos que podían hacer un interior y alumnos que no, es más, algunos después de haberse comido en un par de veces el potro o cualquier otro aparato al intentar abortar en el último momento la carrerilla para iniciar el salto, ya desestimaban ni siquiera intentarlo, hacían un simulacro de carrera y terminaban empotrándose suavemente contra el aparato para evitar males mayores, los malos actores exasperaban al profesor que lo achacaba a falta de hombría, con sus manos cogidas por la espalda, apoyándose en las punteras de sus zapatos realizando ligeramente un movimiento de sube y baja, inclinado la espalda hacia atrás mostrando su barriga a la vez que girando un poco la cabeza decía irónicamente “Por favor, no maltrate usted el plinto”, esta frase me la recordó estos días mi querido hermano del Infanta Jose Maria Serrano Mérida. Después había una serie de saltos con nombre propio, como las “4 fases del Gato”, que utilizaban el plinto para hacer alguna cosa liviana, un salto exterior por aquí, una voltereta por allá….. pero faltaba por llegar el sumun de los saltos, “El salto del Tigre”, eso era lo más, el salto más arriesgado y que más muñecas había destrozado en el Infanta, hacerlo te consagraba, te señalaban con admiración “ese cabrón y/o ioputa” (sin acritud), hace el “salto del Tigre”, ¿en qué consistía? Intentare explicarme, se colocaban los aparatos como se ve en la fotografía inferior derecha pero con un plinto menos, debíamos hacer un interior en el potro y sin tocar el plinto volver a hacer otro interior en el cuello descendente del caballo, era tal la velocidad y la horizontalidad que se imprimía en este salto, que si a última hora no te atrevías a realizar el interior y abortabas la misión optando por hacer un exterior, era impepinable que al realizar el apoyo con las palmas de las manos, tus piernas por la inercia avanzasen más que tus manos y terminasen atrapadas entre tus inglés y el potro, con la consiguiente fractura o cuando menos dislocación de las muñecas, aparte de el consiguiente tortazo de cara contra la colchoneta. Yo lo hice muchas veces y como mucho tuve alguna caída quizás demasiado forzada en la colchoneta, pero nada más, era todo un subidón de adrenalina y una sensación muy placentera que todos estuviesen mirándote aunque alguno que otro, solo fuese por ver si te dabas el castañazo. Recuerdo que en el homenaje que le hicimos al matraco (Javier Antolín) en marzo 2012, vino hacia mí un externo (Rodríguez Cerezal) y a la vez que se dirigía para darme un cordial y sincero abrazo, venia gritando, “Este, este es el que hizo que odiase la gimnasia, este es……., volaba sobre los aparatos y yo me estampaba contra ellos
Durante mi época, vino a sustituir al Espinazo, el Señor Monzón, no recuerdo su graduación, creo que comandante y también creo que era del ejército, pero no estoy seguro. Fue una bendición un aire fresco en la gimnasia……no tenía ni idea de lo que eran las “Tablas” y los huérfanos se lo agradecimos mucho.

Sangre4

Atletismo, pocos recuerdos tengo de que en mi época se fomentase o se practicase algún tipo de deporte encuadrado en el grupo genérico de atletismo, la fotografía inferior donde se ve una carrera es posterior a mi estancia y probablemente sea con motivo de algún tipo de celebración, juegos o competiciones internas. Teníamos un foso de arena, situado en los soportales del patio central en el lado opuesto al comedor de pequeños, especialmente utilizado los días de lluvia prácticamente para cualquier cosa a excepción de para lo que estaba diseñado y que no era otra cosa que el salto de longitud, o al menos es lo que yo siempre creí. Creo recordar que en alguna clase de gimnasia nos llevaron allí a saltar, pero poco más se hizo con él.
Tengo la certeza de que el Infanta hubiese sido un buen caldo de cultivo para algunas especialidades, sobre todo destacaría la velocidad y la resistencia, algunos eran muy rápidos corriendo, además estabas en constante entrenamiento, si eras pequeño o débil más te valía correr mucho o recibías a todas horas, otros tenían mucha resistencia, los había que saltaban el doble que tú, se mantenían en el aire……creo que el atletismo, fue el gran olvidado.
Me viene a la memoria ahora que hubo un momento durante mi estancia en el Infanta que alguien tenía una jabalina y alguna vez practicamos en el campo de futbol, creo que era Santos, el hijo de un alto mando de la GC que vivía sobre la imprenta, también me viene vagamente a la memoria el lanzamiento de peso, pero no apostaría nada porque hubiesen sido en el Infanta o en otro lugar.

Sangre5

Natación, entre que la piscina podíamos usarla unos 40 minutos al día y solamente unos 20 días o poco más al año, lo único que hacíamos en ella más parecido a un deporte era ver quien se hacía un largo buceando, el ancho era más sencillo, pero el largo daba prestigio y honor, tanto que a algunos mayores para reconocerlos decías “Fausto, si ese de bachiller que se hace dos largos en la piscina”, ya estaba identificado, no había dudas de quien era. Algunas figuras se atrevían a dar la vuelta para intentar hacer 2 y creo recordar que algunos lo consiguieron. Era impresionante ver como en otros deportes eran torpes o del montón y aquí, bajo el agua, eran todo un espectáculo verlos bucear y aguantar. A veces, cuando se lanzaban a intentar batir su record, aguantabas la respiración para comparar, al poco tiempo tomabas aire apresuradamente y dándote la sensación de que el buceador era sobrehumano. Lo siguiente más parecido a una competición deportiva, era el hacer más ahogadillas de las que te hacían a ti. Ya lo comente en otra historia, pero os recuerdo por que deje de practicar este “deporte”. Estábamos en la hora de baño, cuando comenzó la batalla de ahogadillas y se la hice a un novato (José Manuel Valle Gómez), después de tenerlo unos segundos sumergido y finalmente soltarle se quedó flotando boca abajo y sin responder a mis llamadas e intentos de sacarle la cabeza del agua, debieron ser diez o doce segundos antes de que se levantase con una cara de descojone total que se acrecentó al ver mi palidez cadavérica, esos pocos segundos, me parecieron una eternidad, creía firmemente que lo había ahogado. El susto que lleve me hizo odiar este tipo de bromas.
Después de este suceso, dejar de hacerlas fue fácil, otra cosa era evitar que me las hiciesen, algún cabreo que otro pille.

Sangre6

De la piscina, nunca olvidare su inconfundible olor a cloro, en la actualidad cuando voy a alguna, siempre identifico ese olor característico de ellas con nuestra piscina del Infanta.

Baloncesto, al igual que hoy, deporte minoritario pero practicado habitualmente en el Infanta. Teníamos dos canchas, la de la fotografía inferior izquierda, pegada a la enfermería por un lado (de gran duración en el tiempo) y a la pared del frontón por otro, tenía el suelo de asfalto como todas las canchas del Infanta, con unas canastas poco frecuentes, compuestas por un único tubo de unos 200 milímetros de diámetro en el que se sustenta el tablero. La segunda, fotografía de la derecha, ubicada a continuación de la anterior y a diferente altura en el terreno (poco más de medio metro más baja), estaba situada perpendicularmente respecto a la anterior, por la forma de sus canastas era más utilizada para jugar a futbol (en la foto se me ve a mí con la pelota a los pies), aunque recuerdo que los partidos oficiales se jugaban en ella, por su diseño era fácil de zarandear para evitar que encestase el equipo contrario.
Independientemente de que no hubiese muchos aficionados al baloncesto, siempre había al menos un equipo oficial y dio algunos jugadores que llegaron a un alto nivel, como Luis Apesteguia y que además entreno a otros huérfanos como Pedro Ángel Merino Calvo, quien siempre estuvo muy ligado a este deporte. Personalmente, me gustaba verle jugar porque lo vivía, no hay nada como poner pasión en las cosas que haces. Yo sin jugar nunca un partido oficial, un año conseguí una medalla, era muy negado para saber lo que eran los pasos, el pívot, que era una falta personal…etc. Encestar ya era otro cantar, no lo hacía tan mal, pero eso sí, de cerca y parado, sin presión. Lo que peor llevaba, era contenerme en las luchas por el balón, pero no todo lo tenía malo, era un buen espectador y mejor animador, no me perdía un partido y en especial los que se jugaban fuera del Infanta y teníamos que ir en la furgoneta o en el microbús, en más de una ocasión era el único del público y eso a la hora de animar a los huérfanos fuera de casa era un poco complicado, cuando menos, te lanzaban cuchillos con la mirada. Al final de una temporada de liguilla escolar, el Infanta quedo entre los tres primeros y cuando llego la hora de repartir medallas y debido a que el equipo no era muy amplio, sobro alguna medalla que otra y me dieron una a mí por ser su animador más fiel. Sinceramente me hizo muchísima ilusión que compartiesen su trofeo conmigo.
No recuerdo si había algún tipo de vestuario en las proximidades que se utilizase para baloncesto y también para balonmano, sí que creo recordar que pegado al gimnasio y al lado de la entrada del comedor de mayores había unos vestuarios que utilice en alguna ocasión, supongo que los visitantes se cambiarían allí.

Sangre7

En la cancha de la fotografía de la derecha, era habitual que el balón saliese a la calle, con lo que tras una breve carrera por el muro que había, saltabas a una casetilla que estaba pegada a la tapia y de ahí a la calle, eso era fácil, el regreso en más complicado, pero bien con suerte o unas manos que nos tendían desde la caseta lográbamos volver.

Balonmano, quizás el más rápido, vibrante y entretenido para ver de todos los deportes de equipo, la cancha se encontraba después de un desnivel en relación a la de baloncesto mencionada anteriormente, estaba perpendicular a ella y paralela a la piscina. En la fotografía inferior de la Izquierda puede verse el campo del Infanta y su pequeño desnivel, en la inferior de la derecha, parece tomada en un campo fuera del Infanta. En la fotografía superior derecha, se ve claramente un muro escalonado que separaba las escaleras por donde se bajaba al campo.
La proximidad a la piscina, era recordada con frecuencia a los árbitros de las contiendas, especialmente si el resultado era adverso a nuestros equipos o se había cometido una flagrante falta al equipo de los huérfanos y quedaba sin castigo. El comentarles a título informativo a los árbitros que entre nuestras instalaciones deportivas teníamos una piscina era típico de cualquier deporte aun estando lejos como el campo de futbol, en caso de necesidad no faltarían huérfanos dispuestos a portear en volandas al colegiado. Durante mi estancia, no recuerdo que cumpliésemos nunca la amenaza, quizás si algún amago que otro, pero sabedores (al menos nosotros) de que la venganza prometida no sería consumada.
En mi época, creo recordar como memorables jugadores a Santaella, Queipo, Riesco, Torres, Palazón. El Cura, Marquitos, Vidal Comí,…… no sé si Maturana también jugaba, era un equipo perfecto, quizás alguien pueda recordarlos a todos, el primero de ellos tenía una plasticidad al elevarse que era capaz de ponerse en paralelo con el suelo a la altura de la cara de los defensores, parecía que se mantenía un instante y “zasca”, trallazo que salía de su mano que hasta ese momento llevaba el balón como pegado con velcro. Después de ver varios partidos, sabias en que momento de la elevación soltaría el trallazo, solía hacerlo en el momento que su barriga con ombligo incluido quedaba al aire de la tremenda estirada que se metía,   si el balón iba a puerta, era gol seguro o guardameta herido, si daba en el larguero, la portería temblaba a la vez que se oía un estruendo, si iba un poco más alto, veías a los huérfanos del público (novatos en su mayoría) hacer filigranas para esquivar el balonazo, ahora ya sabían porque los veteranos solíamos poneros a los laterales de la portería, en el Infanta, siempre aprendiendo. Creo que fue Santaella o Riesco que con ocasión de un salto como los anteriores descritos y por algún error de cálculo o motivado porque el oponente se apartó y no ejerció la resistencia esperada, se encontró cayendo de bruces de manera inesperada y se rompió las dos muñecas. La enorme pérdida durante un mes de nuestro mejor pivote, vino compensada de alguna manera con el enorme cachondeo que se traían con el los mayores, iba con las dos manos en cabestrillo, tenían que darle de comer, vestirle, ayudarle a hacer pis y lo que no era pis……..en fin todo un desastre.
Fuera del Infanta he visto algún partido que otro en algún campeonato o mundial, pese a ser nuestra selección y por supuesto desear que gane siempre, no volví a sentir la pasión y emoción e incluso la rabia que me propiciaban los partidos del Infanta.

Sangre8

Tanto en balonmano como en baloncesto y por el suelo de asfalto de las canchas, las erosiones en cualquier parte del cuerpo eran habituales, pero estos al menos, tenían la enfermería al lado.
Hoy en día aun recuerdo como de pequeño, cuando caía en mis manos una pelota de balonmano e intentaba abarcarla y sujetarla con una mano como hacían los mayores, siempre se me caía, era otra cosa mas que añadías a la lista para admirar a tus hermanos mayores.

Dejo para el final, mis dos pasiones, el frontón y el futbol, comenzare con el primero de ellos.

El frontón, quizás el primer enganche deportivo que he tenido en mi vida, llegue a estar obsesionado con el y como yo otros muchos. Incluso en “Historias del Infanta” se recuerda a un Don Esteban con sotana recogida y jugando al Frontón.
En los recreos, los que salíamos los primeros echábamos una carrera para ir a coger pista, si llegabas el primero te llevabas el frontón propiamente dicho, si eras segundo, te tocaba la pared del final y si ambos estaban permisivos, podían dejar jugar entre medías a mas gente. Las partidas eran tan largas como aguantasen las fuerzas o durase el recreo. Habitualmente jugábamos con pelotas de tenis (algunas de donativo forzoso del Corte Ingles) aunque en ocasiones se hacia también con las profesionales de núcleo de madera rodeado de cordadas y rematada de cuero. Las manos en invierno sufrían lo suyo, terminaban agrietándose y por dichas grietas salía la sangre cuando golpeabas la pelota. Era todo un ritual, la carrerilla para el saque, el bote de la pelota varios metros atrás de donde ejecutarías el golpe, golpe que dabas con intención de ajustarla a la línea que se forma en el vértice de unión del suelo con la pared lateral del frontón, si la metías ahí, tenias medio punto ganado o por lo menos tenias muchas probabilidades de que la pelota botase y fuese muy próxima o paralela a la pared lateral lo que haría que tu oponente la tuviese que golpear con la izquierda. Recuerdo perfectamente como se “chorreaba” a los que golpeaban la pelota por encima del pecho, como poniendo la mano para empujar, había que golpearla en plan cuchara, era lo apropiado. En el frontón, también se practicaba el “frontóntenis” que como su nombre indica es jugar al frontón con raquetas de tenis, juego adictivo y también peligroso, recuerdo que en una partida, un huérfano estaba jugando (creo que Alcántara) y a su izquierda estaba otro (creo Villanueva) y de tal ímpetu con que golpeo a la pelota, la raqueta siguió su trayectoria por la inercia estampándose sobre su cabeza, por suerte, el golpe fue en su mayor parte en la cordada de la raqueta por lo que suavizo el impacto.
También se utilizaba el frontón para jugar los mayores al “chopo” los mayores, lo hacían en los soportales del patio central, bueno, los pequeños lo hacían todo en el patio central, salir a las pistas estaba prohibido a la chavalería. El frontón era el sitio perfecto para la practica del chopo y que básicamente era una mezcla de frontón + futbol.

Sangre9

Futbol, también rey de los deportes en el Infanta, se jugaban partidos en todos los sitios, en el patio central podían jugarse tres o cuatro a la vez, en las canchas de baloncesto, de balonmano y por supuesto en el “Campo de abajo”. En la vista aérea, se puede ver el campo situado entre el Parque Móvil de la GC y la Iglesia del gorro mejicano y en su parte superior, la imprenta. En esta foto se aprecia ya como hay coches aparcados a la derecha del campo, esa antiguamente era una zona árida donde podías dar unas patadas al balón mientras calentaban los jugadores.

Sangre91

En la franja que ahora se ve con algo de verde entre el campo y la carretera de bajada a talleres del Parque, en ocasiones había Land Rovers de la GC, que solían estar abiertos y además de llevar algún que otro balonazo en invierno servían para protegerse de la lluvia o del intenso frio.
Que decir del futbol, casi todos queríamos jugar en las distintas selecciones que había en el Infanta, si no era posible, siempre quedaba participar en la de tu curso y en las liguillas mas o menos informales que había.

Sangre92

La uniformidad en todos los deportes era un poco deficiente, quizás en el resto de los deportes la ropa se conservaba mejor, pero en futbol era un poco desastrosa, sufría mucho con los raspones ocasionados por la arenilla pedregosa por la que estaba compuesto el campo, además no había alternativas, si jugabas de 7, te ponías la camiseta del 7 aunque fuese dos tallas mas grandes, las botas, mas de lo mismo, a rellenar con calcetines el hueco que te sobraba o a encoger los dedos para poder calzártelas. Las medías, cuando no tenían unos cuantos agujeros, les faltaba la goma y jugabas con ellas caídas, sin espinilleras ni nada, a lo sumo el portero con alguna rodillera heredada o comprada. Pero aun así, cuando salías de los vestuarios con el uniforme del Infanta y con las botas de tacos y con su peculiar sonido, hacías que los pequeños se quedasen mirando para ti con unas ganas tremendas de que les llegase la edad para poder hacerlo ellos. Si los tacos eran metálicos, era ya lo mas de los mas, casi un profesional del futbol.
Salías al campo a darlo todo, a pelear y luchar por la victoria que era casi siempre conseguida si el equipo del Infanta era de los mayores. En la fotografía inferior puedo reconocer a algunos como Román (+qpd), Rodero, Felipe, Valero, Trinidad…..pero había muchos mas que eran unos figuras, como Paco Lozano, Tolosa, Macias (hasta su corte en el talon)…

Sangre93

Yo no despuntaba gran cosa, si que era el pichichi de clase, pero mas bien al estilo Julio Salinas, solía estar en el sitio adecuado en el momento oportuno y empujaba la pelota, nada mas, nada de florituras y espectáculo. No era disciplinado para los entrenamientos que se hacían siempre por la tarde a la hora del estudio y casi siempre con mucho frio o lluvia, por una vez, prefería quedarme “estudiando”. En los descansos de los partidos aprovechaba para fumar un cigarrillo, Dios, como entraba con los alveolos abiertos por el ejercicio.
El Infanta, durante mi época, tenia unos defensas buenísimos para nosotros pero terroríficos para el contrario, tenían un único lema “Solo puede pasar uno”, es decir, o pasaba el balón o el contrario, nunca los dos a la vez. Cada uno tenia su manera de hacerlo, por ejemplo, a Paco Lozano, lo veías venir como te imaginas que vendría un rinoceronte en celo en mitad de la selva si te confundiese con una “rinoceronta”, parecía que le salía humo por la narices, te quedaba poco tiempo para pensar o centrabas la pelota a alguien o la dejabas en el sitio y salías corriendo, si dudabas mas de la cuenta, oías un golpe seco, después sin saber como, iniciabas un corto vuelo y terminarías aterrizando en el árido suelo y con un tobillo o espinilla dolorida, no sabias de donde había salido el tren expreso que te atropello.
Pablo Sánchez Rodero, primero de la izquierda de los agachados en la foto anterior, era mas fino aunque el resultado final era idéntico, simplemente que aquí no te daba tiempo a verlo, cuando te dabas cuenta, había uno del equipo contrario con una pierna encogida y gritando de dolor y Pablo pasando a su lado diciendo “a ver, mirar a este que parece que se ha lesionado haciendo no se que”.
A Pablo le gustaba mucho ejecutar la única jugada táctica que creo que teníamos, ya lo he comentado mas veces, pero vale la pena recordarlo. En los saques de esquina, se la tirábamos bombeada a unos metros del borde del área, allí sin dejarla botar la empalmaba con un derechazo que como saliese a portería era gol seguro, con o sin portero incluido en el tanto, si fallaba el tiro, alguien tenia que saltar la verja para ir al gorro mejicano a por la pelota.
El futbol levantaba pasiones, menos “eléctrico” que el balonmano y menos “ágil” que el baloncesto, pero mas excitante por la dificultad de marcar y por el contacto cuerpo a cuerpo. Fieles espectadores eran los Guardias del Parque, lo veían en el campo o desde las ventanas del Parque.
En el historial de mi padre, puede leerse a duras penas “1961 (año en que nací) En su anterior situación del 1 de marzo al 5 de junio marginal, estuvo en Madrid realizando el curso de información sobre circulación, incorporándose a la Sección de Trafico de Oviedo……..”

Sangre94

Probablemente, el también fue un forofo espectador de algún equipo del Infanta en el que casi con toda certeza jugaría alguien de los que hoy estáis leyendo esta historia, a mi, al menos me guastaría que hubiese sucedido así.
El resto del publico se dividía entre huerfanos, algun externo que venia con su familia a misa y de vez en cuando alguna que otra chica. La hora clave eran las 12:00 aunque tambien se jugaban partidos por la tarde, los mas prestigiosos a mediodía los sabados y domingos.
Era chocante ver al inicio del partido como algunos equipos venian perfectamente uniformados, con espinilleras, chandal….etc y los huerfanos con las carencias ya comentadas. Algunos, aconstubrados a campos de hierba o cuando menos de mejor superficie que la arenisca del Infanta que ya les acongojaba antes de empezar. Las caidas por “hachazos” eran constantes, la sangre empezaba a aparecer por las rozaduras en los muslos, en el culo, en los codos, las lagrimas saltaban por el dolor contenido y por jugadas que te sumian en la impotencia, por el frio, tambien por el frio nos saltaban las lagrimas.
Veías a jugadores en su estática posición, empapados de agua y barro que les hacia tiritar ateridos de frio y que eran incapaces de reaccionar a tiempo cuando les enviaban una pase, pero que luego no tendrían remilgos a la hora de meterse en la ducha de agua casi siempre fría.
En ocasiones, como en la foto inferior de la izquierda, utilizabamos los pisos como vestuarios, despues habia que entregar la ropa a Fanegas que la acumulaba en un bolson enorme.

Sangre95

Santiesteban, jugador del Madrid, estuvo en el Infanta, de ahí que se fraguase una relación con el club blanco, regalando entradas para el Bernabéu los domingos y jugando un partido anual contra nuestros juveniles con el objetivo de “ojear” a los chavales y ver algún posible fichaje, de hecho Rodero, Benjamín Iglesias y alguno mas de mi época llegaron a jugar con ellos aunque en algún caso la falta de apoyo por parte del Infanta no llevo la cosa a buen termino, en otros casos, supongo que no conseguirían el nivel deseado. Normalmente, estos partidos solíamos perderlos y en ocasiones por goleada, recuerdo tristemente un 1-7 que nos metieron por el año 78/79, yo no participe en el por estar lesionado.

 

Sangre96

Tanto ímpetu poniamos al jugar, que recuerdo un día viendo un partido de futbol en el que Tolosa disputaba un balón por alto y no se si por un cabezazo o porque le hicierón la cama, cayo de mala manera y quedo inconsciente, así estuvo un par de días hasta que despertó en la enfermería.

Un apartado especial habría que dedicar al famoso equipo “El Huracan”, pero eso merece una historía a parte.

No quiero extenderme mas, pero no me gustaría dejar olvidados otros juegos que quizás no tengan la categoría de deporte, pero que se practicaban en el Infanta. Como el billar, ping-pong, futbolín, ajedrez y el mas practicado de todos los “deportes” de interior, “el mus”.

Como comentó nuestro hermano Pepe de la Monja: “El infanta fue un lugar de oportunidades en el deporte, hasta yo pude jugar a baloncesto

Espero que disfruteis de lo escrito. Se que no he nombrado a las épocas anteriores, pero eso os lo dejo vosotros. Comentar la historia.

Un abrazo a todos mis hermanos del Infanta.

.

 

6 respuestas a 1977 Sangre, Sudor y Arena

  1. El lute dijo:

    Pues un servidor se acuerda de haber jugado la final en el palacio de los deportes. Con el ekipo de Jaito. Y ganamos… Contra el Molino?? Juanito. Marce, Sabina. Etc. Jajaja que niños eramos.

  2. Luis Apesteguia Diaz dijo:

    Creo que no había leído este relato largo e interesantes sobre los diferentes deportes que se practicaban en el Infanta, respecto al Baloncesto, deporte que fue el que más practique en el Colegio aunque creo que muchos practicábamos más de uno, contare una breve historia de mi trayectoria deportiva y que hace poco relate para un documento familiar.
    «Mi carrera deportiva, la verdad es que siendo una llamemos «carrera» larga no tengo muchas anécdotas, si he tenido acontecimiento deportivos importantes, tal vez el mayor de ellos fue mi incorporación al Club Estudiantes con 13 años, debo decir que, como curiosidad, tanto el Estudiantes como el Real Madrid, enviaron una carta a mi casa para que jugara con ellos, mi madre y creo que también una de mis hermanas, decidieron que mi futuro equipo fuera el Estudiantes y rompieron la del Real Madrid, decía que mi incorporación al Estudiantes, por cierto previamente estuve nadando en las instalaciones del Club Vallehermoso durante un año, con 13 años y pasando por las categorías de infantil, juvenil y junior, fue el inicio de mi carrera deportiva, sin contar el colegio naturalmente en donde conseguí la mayor cantidad de puntos en un partido, creo que fueron 66, aunque en honor a la verdad el equipo contrario era muy malo, una vez en el Estudiantes y en el equipo Junior, durante la temporada 70/71, se produjo, por la lesión del segundo base del equipo de primera, mi debut en dicha categoría, para jugar con ellos tres partidos, el primero fue contra el KAS bilbaíno donde jugaban jugadores de la talla de José Luis SagiVela, hermano mayor de la saga, Capetillo, Iradier…., en fin que el debut fue, creo de unos tres minutos, tirando dos veces a canasta y acertando en uno de ellos, por lo que ya conste en acta, amén de dos personales, el siguiente partido también fue fuera, con el San José de Badalona, en este partido jugué, creo, un minuto y ni tire ni hice personales, el último partido lo jugué en casa contra el Naútico de Tenerife y como ganamos de paliza jugué más minutos encestando 8 puntazos..je,je,je, este fue mi debut en primera división de baloncesto, posteriormente me traspasaron por un jugador, Mariano Garcia, que jugaba en la EMT, donde jugué la promoción de ascenso a segunda división contra el Obradoiro de Santiago. También es importante mi debut en Banesto al año siguiente, mala temporada ya que quedamos los últimos y creo tuve una media de 15 puntos. Luego vino la mili, la oferta del Breogan por medio de mi amigo Alfredo Pérez y vuelta nuevamente a Madrid con el Banesto, pero eso es otra historia.
    Como anécdota diré también que con la Seguridad Social, donde he trabajado siempre, me proclame 4 veces campeón de Europa de estas instituciones, en Alemania, Grecia, Portugal y Marbella, proclamándome máximo encestador en tres de ellas, en fin como resumen de mi trayectoria deportiva creo que, resumida, es bastante.
    No quisiera dejar pasar la curiosidad de las canastas, ya comentado anteriormente en el apartado de Baloncesto, el soporte digamos «tubular» que tenía y siguen teniendo, no los he visto en ninguno de los campos que he recorrido en mi larga trayectoria deportiva, siendo un punto importante a tener en cuenta cuando jugábamos en casa y «algunos» espectadores movían dicho soporte cuando atacaba el equipo contrario, con alguna discusión por ello pero con el objetivo conseguido de que no metieran la canasta……. Un abrazo a todos.

  3. Blas Perez Martinezm dijo:

    Perdona que me he confundido, a la foto que me refiero es del equipo de futbol

  4. Blas Perez Martinezm dijo:

    Veo que has incorporado una foto del equipo de balonmano cuando yo jugaba de portero

  5. Blas Perez Martinezm dijo:

    Yo también fui miembro del Infanta 1964-1968.
    También mi hermano BUENAVENTURA PEREZ.

  6. Manuel Garzón dijo:

    Muchas gracias Orozco por hacerme recordar momentos entrañables y no tanto de mi infancia.

    Como complemento al deporte, estaba el fútbol en primaria, en el patio central, los soportales y las cristaleras detrás en la pared. La portería se colocaba entre dos columnas y detrás estaba el pedazo de ventanal maldito.

    estos ventanales estaban asociados a los castigos a domingos indefinidos en el «Estudio de Castigados» , colabas un gol, en ese momento te daba la euforia del vencedor y un instante después un estruendo, y el sonido de cristales rotos, el pánico se apoderaba de ti, tus compañeros de juego que habían sufrido el gol se ponían a gritar como posesos con una risa de satisfacción en la cara: «FULANITO HA ROTO EL CRISTAL». vamos, yo.

    Si tenias la suerte de que era al final del trimestre solo estabas algún domingo que otro pero a mi me toco dos veces a principios de trimestre, la primera vez con 9 años, con esta edad por poco me expulsan del colegio por ser un trasto.

    La segunda vez me pasó dos trimestres mas tarde (esto de los domingos castigado se convirtió en lo normal), unas semanas después de romper el cristal y estar castigado a domingos indefinidos volví a romper otro (el segundo en el trimestre), en este me dijeron que iban a llamar a mi madre y que tenía que pagar el cristal, aquello me aterrorizaba. El inspector aquel (creo recordar que le apodábamos el caníbal) al ver que no pagaba el cristal y que nadie llamaba a mi madre me dijo que se quedaba con mi nombre para seguir castigado el trimestre siguiente, Creo que el castigado fue él ya que no le vi por el colegio el siguiente trimestre. Hoy me hace sonreír aquellos recuerdos pero en aquellos momentos lo pasé mal.

    Otra vez rompí otro cristal, salí a la carrera con la pelota recuperada y el inspector no se enteró de quien lo había hecho, ya eramos mas pícaros, 11 años de edad y tres de experiencia en el Infanta, al no saber quién lo había roto, todos a formar, fin del recreo y plantón a todos los que estábamos en el patio, los que sabían quien había roto el cristal se solidarizaron conmigo y yo callado a ver si me libraba de los domingos castigados. Por suerte para mi todo salió bien esta vez, muchas gracias a mis compañeros por no chivarse.

    En Séptimo, ya pasamos a jugar a los campos de deporte y dejamos el patio central y entonces pusieron un enrejado a los ventanales, podrían haberlo hecho unos años antes. me habrían hecho un gran favor, y no solo a mi, hubo quién estuvo castigado mas veces que yo por su arte en romper los cristales de las ventanas.

Deja un comentario