La Sección Fantasma

TITULO La Sección Fantasma
AÑO Década de los 60
PROTAGONISTAS Luis Moriano Caro
AUTOR Juan Manuel Orozco

Hoy quiero cumplir una promesa que hice por partida doble y que llevo como un gran lastre conmigo ya que a mi entender es de lectura obligatoria para cualquiera que haya pasado por nuestra querida casa, sita en la calle Príncipe de Vergara (General Mola) nº 248, osease, “EL INFANTA”.

Lo comente en su día y quiero repetirlo hoy, en nuestra vida cualquier fallecimiento puede causarnos aflicción en una escala que puede ir desde el dolor mas extremo a un simple y ligero pinchacito y sin entrar en que en algunas ocasiones podemos sentir hasta alivio, en fin, es lógico, la proximidad, el trato, el carácter de la persona finada y un largo etc. llenan de matices lo que sentimos ante la muerte de alguien conocido.

La de Luis Moriano Caro a mí me pillo de improviso, de sopetón, vamos, como una patada en salva sea la parte.  El fallecimiento de cualquier colegial es doloroso, pero algunos para mi solo son meros nombres, no les pongo ni tan siquiera rostro más allá de que alguien publique una fotografía donde aparece.  Por edad, es algo lógico, ya que no he coincidido con gran parte de lo que podríamos denominar “los mayores”, pero Moriano, era diferente, era mayor y no coincidimos en el Infanta, pero fue una persona que desde que tomamos el relevo de Angel Calleja, incluso antes, yo diría que desde que comenzamos a salir en las redes con la pagina de “Historias del Infanta” me ficho, se presentó y desde ese momento los enlaces químicos que emanaba de generosidad y humanidad prendieron en mi.

Tal era mi desconocimiento de el que ese día cuando me vio dijo en voz alta, “El gran Orozco….del Facebook“ a la vez que yo extendía mi mano derecha para chocar la suya, en ese momento, me di cuenta que algo no iba bien, no podía extenderla y con ella se limitaba a sujetar la cámara, cámara que siempre le acompañaba por el Infanta o por Salvatierra de los Barros.

Nos dimos un choque de manos un poco extraño, no recuerdo como fue, ya que venia de otro encuentro algo complicado cuando me presentaron a Ramon Fernández Blanco (otro grande) y con el que también tuve que hacer malabarismos con la mano.

Ninguno de los dos dio importancia a mi por otro lado natural torpeza al desconocer las limitaciones que tenían para el saludo, pero sirvió para grabarlos en mi mente y buscar la mejor manera de saludarlos en futuras ocasiones.

Asturianin o Señor Orozco me llamaba y siempre teníamos algo que contarnos, no era de los que te cruzas, saludas caminando y ya está, siempre había algo que comentar y su charla era agradable y entretenida.

Su afición por la fotografía hacía que, en la reunión anual, en la fotografía de grupo de la puerta principal, el siempre se sacrificase para dejar histórico recuerdo de ese día gracias a su objetivo.  Tal situación no paso desapercibida para el comité organizador y cuando decidimos dar un pequeño homenaje a algún colegial, el y Valiño fueron los elegidos por ser ambos los cronistas oficiales de nuestros encuentros. No hubo discusión alguna, se lo merecían.

Gracias por regalarnos un recuerdo cada año” rezaba el texto que elegimos para poner en la placa que les dimos en el 2018.

Pues bien, el día no podía empezar mejor, nada mas verlo por la puerta principal y después del saludo de rigor, le pregunto por la compañera que siempre llevaba colgada y ese día no se la veía por ningún lado, no recuerdo si la tenía averiada o que problema había tenido pero ese año no la traía, “menuda puntería hemos tenido” pensé para mí mismo, pero bueno, aquel detalle no restaba un ápice el merecimiento del homenaje por méritos pasados no presentes ni futuros.

Habíamos ideado una estrategia, les daríamos a los dos una cuchara de palo (comprada en un chino) rotulada con su nombre y con un texto referente al encuentro además de indicar que era personal e intransferible, a ambos les dijimos que no se la diesen a nadie……que tontería, creo que hubiera sido necesario amputarles la mano antes de que la soltasen, nunca había visto a dos personas adultas tan apegadas a un trozo de madera, era nuestra cuchara de palo, la novatada más famosa del Infanta y ahora era de su propiedad, no la soltarían, no.

Llegados los postres, llamamos a los portadores de tan honorifico trofeo y los sacamos al centro aproximado de las mesas colocadas en los soportales del patio central, donde en una época existía un foso de salto de longitud.  Una vez allí y después de unas palabras explicativas de porque los llamábamos, se les hizo entrega de una placa de agradecimiento a ambos, fue un día emotivo y mas de una lagrima resbalo por la mejilla de dos veteranos del Infanta y de alguno más, que con los años nos volvemos de lagrima fácil.

También recuerdo que aquel día tuvimos la brillante idea de encargar unos llaveros con la bandera de España que tenían grabado el escudo del Infanta, preciosos.

Los dábamos como regalo y alguno que vendimos, posteriormente se volvieron muy deseados a la vez que escasos ya que se hizo una edición muy limitada por si la gente fallaba a la comida.

Recuerdo que un día me llamo, Asturianin……..además de tener su número grabado, era fácil reconocerle, “hombre Salvatierra de los Barros ¿que tal estas?” Después de ponernos al día de nuestros achaques,  me comento que estaba muy preocupado y que tenía un disgusto grandísimo….”Perdí las llaves de casa” en el momento que empecé a decirle  que podía hacer, me paro enseguida, “no, no, si no me preocupan las llaves, la preocupación que tengo es porque estaban en el llavero del Infanta…………”  me salió una gran carcajada y le tranquilice, “no te preocupes, yo tengo dos y uno te lo llevo en el próximo encuentro”.

Volvimos a hablar un par de veces, creo recordar que para interceder o facilitarle algún tramite a alguno de su quinta y después en 2019 le entregue tan preciado tesoro que me agradeció de todo corazón.  Seria la ultima vez que lo vi, pero el motivo de este pequeño recuerdo fue en ese día de 2018, el día siguiente del encuentro.

Muchos optamos por alojarnos en el Infanta, era el primer año que la residencia estaba operativa y parte del comité nos quedamos a dormir allí, la verdad que fue un encuentro muy especial, te encontrabas por los pasillos o en el comedor desayunando a colegiales de todas las épocas.

A media mañana, había un grupo sentado en los soportales al lado del comedor de pequeños y allí, allí estaba Luis Moriano Caro, embajador universal de Salvatierra de los Barros y como no podía ser de otra manera, las batallitas eran continuas hasta que el comenzó a contarnos parte de su historia, que paso a relataros.

LA SECCION FANTASMA

Antes de comenzar quiero pedir perdón por lo errores que pueda cometer o desviaciones de la historia real ya que el relato fue hace mas de 2 años y siempre tuve la idea de enviárselo para su corrección y aprobación. Algunas situaciones y nombres serán omitidos bien por mi falta de memoria bien por no querer equivocarme en el relato.

Para abrir boca ya nos conto que al poco de llegar le dieron la primera colleja, era necesario que Moriano supiese desde el primer momento donde se metía y que debía anticiparse al “enemigo”, cosa que aprendió con creces…. 

Estaba en la fila mañanera de izado de bandera y los huérfanos se agrupaban por cursos y ante la voz de mando “a cubrirse” todos al unisonó extendían el brazo derecho para tocar el hombro de inmediato anterior.  Craso error de Moriano de utilizar su mano izquierda “hábil” ya que la derecha la tenía limitada en la extensión, el inspector de turno apareció por detrás y el pobre Luis vio por primera vez las estrellas en el Infanta a plena luz del día. 

Siguió contándonos cosas sobre su estancia en el colegio, de cómo se había metido en la imprenta, como se buscaban la vida levantándose muy temprano para ir al mercado a descargar camiones de fruta y cobrar unas pesetas que posteriormente se gastarían en vino o alguna vianda en los locales del barrio para calmar el hambre.

Llego un momento que ya había acabado su estancia en el Infanta por aquello de la edad, pero él y alguno más decidieron que no era el momento, y seguían por el colegio, eran como “alimañas”, no se les veía por el día salvo a las horas de comer.  Nadie sabia donde era su guarida o si salían o entraban, de ahí por qué empezó a conocérseles como “la sección fantasma”.

Como no podía ser de otra manera, estaba cantado, tarde o temprano caerían y un aciago día Don Manuel Carrascosa los pillo, creo recordar en algún pasillo perdidos o dormitorio.  Hablo con ellos y les recordó que hacía tiempo que deberían haber abandonado el colegio, después de la oportuna charla de despedida, les dio 5.000 pesetas y una literal patada en el culo.

Encontrados sentimientos aparecieron en sus cabezas, pero las pesetas recibidas atenuaban un poco el abandono de la casa común del Infanta y decidieron marcharse a Barcelona, allí permaneció junto a otros colegiales hasta que se fundieron la totalidad del dinero en comida, bebida y alguna otra cosa que ya queda como heroicas hazañas nostálgicas en la memoria de los participantes.

A Moriano, le tocaba presentarse para hacer la mili, no recuerdo bien si él pensó que con su minusvalía libraba de facto o que se presento y lo dieron por “apto”. Él no estaba dispuesto a ir a la mili, o como él decía “ya he hecho mucha mili en el Infanta”. Por lo que se declaró prófugo militar.

Creo recordar, la memoria ya me falla, que un antiguo compañero destinado en Almería o Alicante vio su cara en la pizarra del cuartel donde estaban en busca y captura. Este colegial, buen hermano, lo reconoció y busco la manera de ponerlo sobre aviso.  No eran tiempos como para andar jugando con la justicia aunque fuese justificado o involuntario. 

Entonces comienza un nuevo éxodo que le llevo por tierras europeas, llegando a vivir en Rusia.  Allí trabajo de lo que pudo y fue sobreviviendo como cualquier huérfano salido del Infanta o como Rambo en alguna de sus películas, día a día, paso a paso. 

En Dinamarca, Suecia o por esos lares, conoció a la que fue su mujer con la que tubo lo mas preciado de su vida, su hija y a la postre su nieta.  Con ellas mantuvo contacto toda su vida y nos deleitaba con sus fotografías cada vez que lo visitaban, se apreciaba como le “caía la baba” cuando le decías algo sobre ellas.

No fue fácil su vida a última hora, problemas de cotización y su vida por el extranjero dejaron una exigua pensión que administraba a la perfección y no impedían que se desplazase a los encuentros que celebramos todos los años (a excepción del 2020).

Era frecuente, que al despedirnos o si no lo habíamos hecho, en cualquier conversación que tuviésemos y antes de poner las listas a circular para la próxima convocatoria, me dijese, “Orozco, a mi apúntame ya para la del año que viene”.

Adiós, Luis Moriano Caro, adiós amigo, adiós hermano, te apunto para la primera que se celebre donde tu estas ahora, pero que espero tarde en llegar.