1885 – Hoy – Valdemoro – El Juncarejo

COLEGIO MARQUES DE VALLEJO. “EL JUNACAREJO”

Es destacar la gran estima que Alfonso XII tenía por la Guardia Civil, y ante la imposibilidad de dotar a sus miembros de uno salario justo, y para agradecer sus servicios, autorizo la creación de un fondo de multas, de forma que la tercera parte de los importes de estas, por infracciones a la Ley de Montes, fueran con destino y comisión de la fuerza denunciante: La Guardia Civil. Los beneficios de participación de multas se hicieron luego extensivos a las infracciones de guardería rural, servicio piscícola y Ley de Caza.

Creándose los llamados socorros, que eran otorgados a las viudas y huérfanos, aparte de premios en metálico para los guardias y clases que más se habían destacado en la protección y vigilancia de nuestros recursos forestales.

En 1875 se crea la Asociación de Socorros Mutuos, aún existente, con la misión de facilitar a los familiares de los fallecidos un auxilio capaz de cubrir dignamente los gastos del sepelio.

En 1878 fue creada una asociación benéfica, con el fin de proporcionar albergue a los huérfanos del Cuerpo que, por razones diversas, no pudieran ser admitidos en el Colegio Duque de Ahumada de Valdemoro, que era el centro de formación para miembros del Cuerpo salidos de la familia de la Guardia Civil, así como para socorrer a sus madres. Dicha asociación daría luego lugar a la de Pro Huérfanos de la Guardia Civil.

El sistema creado solo daba servicio a los huérfanos varones, y en 1879 solo tenían acceso a unas pocas plazas en el Colegio de Beneficencia de Aranjuez.

Establecidas formalmente las bases de la Asociación Pro-Huérfanos por Orden Circular de 12 de enero de 1879, con la finalidad de que también gozasen del debido amparo las huérfanas del Cuerpo, fue promovida la donación de la finca de El Juncarejo, sita en Valdemoro, de la que eran propietarios los Marqueses de Vallejo. Para la recepción de la finca y terrenos correspondientes fue autorizado el director general, Marqués de La Cenia, otorgándose escritura ante el notario de Madrid, Hilario Carrillo, que quedó registrada con el número 133 de las de aquel año.

Posteriormente, y por otra escritura fechada el 17 de marzo del mismo año, el capitán subdirector del Colegio de Guardias Jóvenes se hizo cargo en la villa de Pinto de una segunda finca denominada Olivar de la Cruz, nueva donación al Cuerpo de los altruistas Marqueses de Vallejo. Su generosidad fue secundada por todos los componentes de la Institución, que aportaron, mediante colecta, los fondos necesarios para la construcción de los edificios y demás instalaciones.

Las obras del Colegio de Huérfanas fueron inauguradas el 19 de junio de 1880, colocando Alfonso XII la primera piedra. Fue ésta la única ocasión en que, como rey de España, revistó y visitó el Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro. Una compañía del 14º Tercio hizo los honores de ordenanza en la estación férrea.

Dispuestos por el arquitecto Bruno Fernández los últimos detalles, fue depositado en el interior de un hueco, hecho a tal efecto en el terreno, un ejemplar de la ‘Gaceta’ del día, una copia de la escritura y veinte monedas de curso legal. Colocada por Alfonso XII la primera piedra, ofició el acto religioso el Obispo Auxiliar de Madrid. Por el brigadier secretario general, José Arderéis, se levantó acta del acontecimiento.

Concluidos los actos, el ministro de la Guerra, teniente general José Ignacio Echevarría, al dar traslado a los marqueses de Vallejo del deseo de S.M., resaltó que “al ceder una posesión, que además de su gran valor material reúne una situación de condiciones inmejorables para aquel fin… Vuecencia, al llevar a cabo este rasgo de filantropía en favor de las huérfanas de la Benemérita Institución, se hace digno no sólo de la consideración y respeto de esas niñas, sus familias y todo el Cuerpo, a quienes ofrece y alarga su bienhechora mano, sino que es acreedor de la gratitud del Gobierno y reconocimiento de la nación».

Comenzó Juncarejo su funcionamiento en 1885, bajo el cuidado de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl y con una capacidad para 100 alumnas, aunque durante los diez primeros años, por falta de recursos, sólo se admitió a 40.

Las edades para el ingreso, entre los 6 y los 12 años, por el siguiente orden:

  1. huérfanas de padre y madre,
  2. huérfanas de padre
  3. por último, de madre.
  4. De haber plazas libres podían admitirse los hijos de guardias con quince años de servicio, como máximo uno de cada sexo por familia.

Las situaciones excepcionales eran sometidas a la consideración de la junta, de designación anual, que estaba compuesta por el director general, secretario del centro directivo, un jefe u oficial por cada Tercio y los coroneles del 1º y 14º Tercios, más cinco jefes u oficiales de los destinados en Madrid.

La permanencia duraba hasta cumplir los 20 años. Cuando alguna huérfana conseguía el título de maestra elemental, máxima aspiración antes de cumplir la edad de permanencia era dada de baja por considerar que ya gozaba de un futuro y su plaza debía ocuparse por otra más necesitada.

Las Hermanas de la Caridad, en número de ocho, más la superiora, ocuparon los cargos de secretaria-contadora, maestra, celadora, enfermera, cocinera, etc.

Al ser contratadas se les daba, por una sola vez, 125 pesetas para hábitos y equipo y 1,25 pesetas de haber diario, con cargo a los fondos de la asociación más 10 pesetas mensuales para calzado y entretenimiento del vestido. Tuvieron muy recomendado el buen trato a los niños, pues los educadores «deben imponerse por medio del amor y la caridad, ya que con el castigo y el rigor sólo se consigue hacerlos recelosos y tímidos, en vez de honrados y virtuosos».

A las alumnas sin deseos de estudiar, la asociación les procuraba colocaciones de costureras, doncellas y sirvientas, entregándolas a familias de absoluta solvencia y limpia prosapia que hubiesen demostrado sus nobles deseos por sacarlas del asilo. En los casos de expulsión por conducta incorregible eran recomendadas para custodia a algún familiar, y si hubiese negativa, se gestionaba con los gobernadores civiles de cada provincia su acogida en hospicios o establecimientos de análoga índole.

Las huérfanas podían emplearse en el comercio o cualquier otro oficio de fácil y posible aplicación que les asegurase bienestar y porvenir. Las que mostraban su afición por la costura confeccionaban ropas y vestidos, tanto con destino al utensilio de la Guardia Civil como al libre comercio. La cuarta parte de los beneficios quedaba retenida para mejora y atenciones del taller, mientras que las tres restantes, distribuidas en partes proporcionales con respecto al esfuerzo de cada una, se les ingresaba en una libreta de ahorros, de cuyo saldo solamente podían hacer uso al contraer matrimonio o al cumplir los 25 años de edad.

En noviembre de 1936, al comienzo de la Guerra Civil, gran parte de las alumnas fueron trasladadas al Colegio Infanta María Teresa, junto a las dos secciones del Colegio de Guardias Jóvenes. No fue el total de las alumnas, porque algunas de ellas se habían quedado en sus casas una vez finalizadas las vacaciones de verano dadas las circunstancias por las que atravesaba el país y la dificultad de realizar largos recorridos.

A las chicas por las prisas las acomodaron en las camas que bajaron a los sótanos del Infanta, cambiándoles las sabanas, Hubo que reorganizar los dormitorios, reacomodando a los de Infanta con parte de los de Valdemoro en el ala derecha de la planta baja que estaba vacía. El resto en la segunda planta. Las chicas siguieron donde habían dormido la primera noche.

En 1936, varios días después del inicio de la Batalla de Madrid, se organizó una caravana de autocares que transportaban a los alumnos (chicos y chicas), con la intención de dirigirse a la provincia de Ciudad Real, a un Balneario llamado “La Fuensanta”, sito en Pozuelo de Calatrava, donde se instalaría la nueva ubicación del Colegio de Huérfanos de la Guardia Civil.

En 1937, motivado por los movimientos de las fuerzas en la guerra, por la provincia de Córdoba, los alumnos fueron evacuados hacia un lugar de mayor seguridad, siendo trasladados al Palacio de la Torreta, en Aguas de Busot (Alicante).

Para que pudieran estudiar mejor bachillerato, se hizo una selección y se trasladó a una localidad cercana a Murcia, Espinardo, no estando mucho tiempo aquí, debido a la entrada de las fuerzas nacionales a Murcia, acabándose la guerra civil, no completando el curso iniciado.

El Colegio Marqués de Vallejo por orden de la autoridad competente, fue transformado en hospital de sangre, y así se pudo conservar para la vuelta de esta tremenda odisea.

La tradición oral cuenta que una hermana permaneció durante este período en el Colegio, que no quiso abandonar, quedó al frente de dicho hospital Sor Modesta Rojo, de origen portugués, y el resto de la Comunidad buscó cobijo donde pudo, algunas con antiguas alumnas, que les abrieron sus puertas, a pesar del peligro que esto suponía

En 1940 las alumnas comienzan a regresar al colegio, pero no son momentos buenos para este, ya que por elevado número de bajas el centro comienza a saturarse.

Entre 1943 y 1948, la Guardia Civil comienza a realizar acuerdos con diferentes colegios de la geografía española, tanto para chicos como para chicas. Siendo trasladas parte de las alumnas a los siguientes colegios (las cifras de alumnas indican el número aproximado que pasaron por esos centros).Seleccionado por el siguiente criterio: la niña mejor dotada iría allí donde se impartieran estudios más relevantes :

  • COLEGIO SAN JOSÉ, DEUSTO (VIZCAYA): 27 huérfanas desde 1943 a 1950.
  • COLEGIO «SAN JOSÉ», GETAFE (MADRID): 100 huérfanas desde 1943 a 1975
  • COLEGIO LA DIVINA PASTORA, MADRID: 200 huérfanas desde 1945 a 1975
  • COLEGIO «LA INMACULADA CONCEPCIÓN», AYLLÓN (SEGOVIA): desde 1948 a 1974
  • COLEGIO NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN, ASTURIAS: 40 huérfanas desde 1949 a 1985

La vida sigue en El Juncarejo, con als alumnas que se han quedado. Es entonces cuando se crea el taller de corte y confección, de máquinas de punto, bordado, costura… pero todo tiene un fin, y éste llegó en 1951, cuando se potencia la comunidad y se reanudan los estudios medios, Bachillerato Elemental, Magisterio… y algunos puestos para estudios universitarios en que las mismas viudas se encargaban de dar hospitalidad a las alumnas universitarias y también de enfermería.

Las alumnas que optaban por Magisterio quedaban en el colegio y se presentaban libres, habiendo salido un buen número de maestras que luego desempeñaron su labor por toda la geografía de España. De esta manera se fue trabajando día tras día en el sentido intelectual, sin descuidar la formación cristiana y humana, que era la principal meta de educadoras y profesoras.

En la década de los setenta se renueva todo el plan de estudios. Hay que optar por nuevas formas. Los exámenes libres conllevaban gran esfuerzo y había exigencias de especialidades que eran difíciles de coordinar. Entonces se optó por llevar diariamente a las alumnas de Bachillerato a Madrid, Instituto Ana María de Austria; más tarde a Ciempozuelos y a Aranjuez, hasta el año 1986-87, que se abrió Instituto nuevo en Valdemoro.

Al crearse el centro de Cáritas de FP en la rama de administrativo, también se vio conveniente cancelar las clases de FP que se cursaban oficialmente en el Colegio, pasando las alumnas al “Arzobispo Morcillo”, dependiente de Cáritas de Madrid.

En el año 1980, viendo la posibilidad de las huérfanas que aspiraban a estudios superiores, y siendo grandes las dificultades de poder adaptarlas en pisos o en diversas residencias, se sugirió a la Asociación Pro-Huérfanos la creación de una residencia universitaria para las huérfanas en Madrid, pensando continuar la labor educativa de las mismas. Se construyó el edificio, amplio, cómodo, asequible, y la asociación corrió con todos los gastos, pero al frente de las alumnas se buscó a una Comunidad de Jesuitinas, que las mismas hermanas buscaron, y que en número de tres o cuatro trabajaron en su formación humano-cristiana y en el seguimiento de sus estudios universitarios. En la actualidad mantienen una estrecha relación con el Colegio que las vio nacer a la vida intelectual y existe un seguimiento de amistad, consejo, afecto e interés por la marcha de sus vidas. A cuantas se ha podido se les ha buscado trabajo una vez finalizados sus estudios universitarios.

Finalizado el curso 2004-2005, las Hijas de la Caridad dejan el Colegio Marqués de Vallejo. La falta de vocaciones y la tendencia para reagruparse de las hermanas parece estar en el origen de esta decisión.

En paralelo la Asociación Pro-Huérfanos cambia de criterio, y comienza a dar ayudas mensuales a las viudas para que sus hijos/as puedas quedarse en sus casas. Esto hace disminuir el número de alumnas internas, y este se traslada entonces a Madrid, a las instalaciones de la Asociación Pro-Huérfanos de la Guardia Civil en la calle Príncipe de Vergara, 248, en un edificio anexo al internado masculino del Infanta María Teresa.

Durante el curso 2005-2006 el colegio pasa a estar dirigido por Víctor Pinilla, quien se propone dar continuidad a la línea educativa marcada por las Hermanas, de hecho, pese a la salida de éstas, el colegio sigue adscrito a la red de Centros Vicencianos y se continúa con las mismas dinámicas y formas de trabajo tenidas hasta entonces. Finalizado el curso, Víctor Pinilla deja el centro y vuelve a su plaza de profesor en la Junta de Castilla-La Mancha.

El Colegio Infanta María Teresa se hace mixto, y con ellos comienza la etapa donde conviven las huérfanas y huérfanos juntos.

El Juncarejo se convierte en un centro abierto, que da servicio a los hijos de Guardias Civiles que viven en Valdemoro, y al reto de la ciudad.

En 2011, la Asociación Pro-Huérfanos toma la decisión de cerrar su colegio Infanta María Teresa, al final del curso académico 2011-2012. Agrupándose los dos colegios en El Juncarejo, lugar donde los huérfanos/as internas, que siguen residiendo en el Infanta, se trasladaran todos los días para su formación.

El Colegio Marqués de Vallejo “EL Juncarejo”, conserva hoy en día su estructura básica, salvo remodelaciones internas y recientes realizadas al abrir sus puertas a los vecinos de Valdemoro y tras la unificación de los colegios de chicas y chicos.